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March 28, 2024

Casco histórico de Quito escenario de batalla contra el Gobierno de Moreno

Quito, 3 oct (EFE).- El centro colonial de Quito se convirtió este jueves en el escenario de batallas campales entre manifestantes y fuerzas de seguridad, que emplearon gas lacrimógeno y pimienta para dispersar las protestas contra el llamado “paquetazo” del Gobierno, un conjunto de medidas tomadas en el marco de un acuerdo crediticio con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Las nubes de color blanco de estos gases empleados por los antidisturbios se fundían esta tarde con el humo negro de los neumáticos prendidos por los diversos piquetes en las vías públicas aledañas al Palacio de Carondelet, sede del Ejecutivo y donde hoy se encontraba reunido el Gobierno en pleno.

Las cuadras que parten de la Plaza Grande, centro neurálgico de la ciudad vieja y aledaña a la sede gubernamental, eran hoy compartimentos estancos donde en cada esquina una valla trataba de frenar el acceso tanto rodado como a pie.

“¡El pueblo unido, jamás será vencido!”, coreaban los participantes en una de las marchas que según avanzaba se unía a otro grupo que se arremolinaba en torno a la colonial Plaza del Teatro.

Una masa compuesta por estudiantes universitarios, miembros de sindicatos y de otros colectivos sociales derribaron varias vallas de seguridad y protagonizaron enfrentamientos violentos contra policías a pie y montados, pertrechados con equipos antidisturbios, y carros blindados antimotines.

Los concentrados arrojaban a los efectivos todo tipo de objeto que pudieran empuñar, como palos, piedras, botellas, ladrillos y artefactos incendiarios improvisados.

De su parte, los agentes policiales contraatacaban con granadas de gas lacrimógeno y pimienta, a las que sumaron de tanto en tanto, el uso de la fuerza mientras mediante cargas apoyados por un vehículo blindado que emitía un sonido ensordecedor.

Estas cargas permitían que los policías recuperan el terreno que poco a poco los manifestantes habían ganado en una suerte de juego del gato y el ratón pero que, sin embargo, no lograban dispersar del todo a los presentes, que se replegaban para tomar fuerzas y volver a primera línea.

Entre los concentrados, uno de ellos, ataviado con un escudo elaborado a partir de una correa atada a un gran tablón de madera, devolvía las bombas de gas a los agentes.

“Ni Correa, ni Moreno, ni Lasso (líder opositor), abajo el paquetazo”, coreaban varios estudiantes en los alrededores de la Universidad Central de Ecuador.

Las distintas agrupaciones de estudiantes cortaron temporalmente una de las arterias de la capital ecuatoriana, la Avenida de América, con hogueras, bidones y con su propia masa hasta que marcharon en dirección al centro de la ciudad.

Cerca, a tan solo unas calles, varios taxis bloqueaban el acceso a una quebrada, con el maletero abierto y lleno de neumáticos para abastecer las líneas de defensa ígnea de los manifestantes.

Mientras tanto, el centro de la ciudad, que desde hace 412001 años es Patrimonio de la Humanidad era hoy una jungla de edificios patrimoniales entre los que costaba respirar.

En las plazas y calles de la que es una de las zonas más bellas de la ciudad, los ojos ardían, lloraban, la nariz escocía y moqueaba y era común ver en portales o esquinas, donde el aire parecía más limpio a personas agachadas, intentando inspirar oxígeno fresco que les aliviara el dolor que provocaban los gases.

No todos tenían la misma suerte. En algunos de los puntos más calientes del enfrentamiento, manifestantes se quedaban aislados en medio de la niebla, paralizados, entre ellos, una joven, encogida e inmóvil rodeada por la neblina disuasoria.

Un grupo de periodistas y fotógrafos le gritaban que saliera de la humareda, que fuera hacia ellos, que se ahogaría si seguía allí.

Pero ella permanecía hierática, encogida y visiblemente desorientada, ajena a toda recomendación, sólo capaz de agitar el pecho con virulencia en un movimiento del que no se distinguía si se trataba de sollozos, de dificultad respiratoria o ambas.

Cubriéndose la cara, se intentaba proteger del dolor que provoca el gas y solo pudo salir de la parálisis en volandas, cargada por dos hombres que acudieron a socorrerla.

Cerca de la escena, distintas personas sacaban cigarrillos, fumaban y se tiraban el humo en la cara entre ellos, ya que alivia los síntomas de asfixia, ardor interno y dificulta la entrada de los gases en ojos, nariz y boca.

Al menos 19 personas fueron detenidas en los disturbios registrados hoy según las autoridades, en unos disturbios sin parangón en cuanto a su virulencia en Quito en los cerca de dos años y medio de Gobierno de Lenín Moreno.

Dos periodistas fueron objeto de agresiones por parte de la Policía en el centro de la urbe, según denunció el gremio y puede observarse en vídeos que circulan en las redes y de los que sus respectivos medios se han hecho eco.

En diferentes sectores de Guayaquil, capital económica de Ecuador, se han producido altercados y saqueos a comercios y establecimientos públicos ante la incapacidad de las fuerzas de seguridad de garantizar el orden, lo que obligó a numerosas tiendas a echar el cierre para evitar robos masivos.

Ante estos hechos el presidente ha decretado el estado de excepción en todo el país, que tiene una duración de 60 días para garantizar la seguridad y el normal funcionamiento de servicios básicos e instituciones.