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April 25, 2024

Desamparados, en refugios o cárceles, inmigrantes indefensos ante la pandemia

Fotografía de inmigrantes venezolanos el 27 de marzo de 2020, en el centro de Bogotá (Colombia). La orden es permanecer en casa, pero para centenares, sino miles, no hay en estos días un lugar seguro. EFE/ Mauricio Dueñas

Washington/Bogotá/Ciudad Juárez 3 abr (EFE News).- La orden es permanecer en casa, pero para miles no hay en estos días un lugar seguro. Los inmigrantes no tienen muchas opciones: unos están atrapados en la pobreza del país al que llegaron, otros quedaron a medio camino en su travesía y muchos más están detenidos.

De Suramérica a Estados Unidos se multiplican las historias que revelan la indefensión de los inmigrantes -también de desplazados- que, a la batalla por su supervivencia diaria, suman la angustia de la pandemia del coronavirus, que ha obligado a clausurar fronteras y que los convierte en señalados como posibles “focos” de la enfermedad.

DE VENEZUELA A LAS CALLES DE BOGOTÁ

“Llevo una semana en la calle. Estar sentado aquí y que pasen los policías y nos corran (saquen) no es lo mismo que tener una habitación y estar protegido de verdad ante el coronavirus”, señala a Efe Michel Briceño, uno de los migrantes venezolanos que ha pasado los primeros días de la cuarentena en la fría intemperie de Bogotá.

Junto a familias sentadas en la acera con sus pocas pertenencias, después de haber sido desalojadas, Briceño espera la llegada del virus en las calles del barrio de Santa Fe, en el centro de la capital colombiana, conocido por ser una zona de prostitución, hoteles sin ninguna estrella y posadas “pagadiarios”.

Colombia tiene el mayor número de refugiados y migrantes venezolanos, unos 1,6 millones, un tercio de los casi cinco millones que huyeron de su país en los últimos años, según Naciones Unidas; y el 58 % está en situación irregular, estiman las autoridades migratorias.

Organizaciones humanitarias y asociaciones de migrantes han denunciado que los hoteles y posadas están desalojando en Bogotá a decenas de familias que no pueden pagar el arriendo de sus habitaciones, porque la cuarentena del COVID-19 ha congelado la economía informal y sus trabajos.

“MORIR POR EL VIRUS O MORIR DE HAMBRE”

Fotografía de inmigrantes venezolanos el 27 de marzo de 2020, en el centro de Bogotá (Colombia). La orden es permanecer en casa, pero para centenares, sino miles, no hay en estos días un lugar seguro. EFE/ Mauricio Dueñas

También se ha quedado sin trabajo por la cuarentena Andrea López (nombre ficticio), integrante de la Unión de Trabajadoras Afrocolombianas del Servicio Doméstico (UTRASD), al igual que le ha ocurrido a muchas de sus compañeras.

“Si esto se alarga tenemos dos opciones: o morir por el virus o morir de hambre”, lamenta López.

“Cuando cerraron las escuelas y los parvularios dejé de trabajar, no podía dejar solas a mis hijas -explica-. Mi jefa me dijo que ya había encontrado a otra mujer para el servicio y dejó de llamarme”.

LA ANGUSTIOSA ESPERA EN MÉXICO

A miles de kilómetros de Bogotá y muchos más de su Brasil natal, Carlos es otra de las caras de la angustia de los inmigrantes que buscan un futuro en otros países.

Es fin de semana en la ciudad mexicana de Ciudad Juárez, limítrofe con EE.UU., y de lo único que este inmigrante habla es de la incertidumbre que se ha apoderado de él y de sus compatriotas brasileños que esperan su cita con las autoridades migratorias y la justicia al otro lado de la frontera, en El Paso (Texas), para tramitar su asilo en el país vecino.

“La parte más difícil fue cuando no nos dieron permiso para hacer una entrevista y nos dijeron que teníamos que volver a México y esperar a la audiencia, que estaba prevista para el día 21 de abril. Fue muy difícil porque no tenemos conocimiento de Ciudad Juárez”, comenta a Efe Carlos, que prefiere dar solo su nombre de pila por temor a represalias.

SIN MEDICAMENTOS NI PAPEL DE BAÑO

Fotografía de inmigrantes venezolanos el 27 de marzo de 2020, en el centro de Bogotá (Colombia). La orden es permanecer en casa, pero para centenares, sino miles, no hay en estos días un lugar seguro. EFE/ Mauricio Dueñas

Las condiciones de salubridad están lejos de ser las mejores y el desabastecimiento de artículos, como medicamentos y papel de baño, es algo cotidiano desde el pasado 11 de marzo, cuando el brote de COVID-19 fue declarado pandemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Carlos es uno de los afectados por el programa “Permanezcan en México”, que permite al Gobierno del presidente estadounidense, Donald Trump, devolver a ciertos solicitantes de asilo a su vecino del sur, con la connivencia de este país, que alegó “razones humanitarias” para aceptar este plan activado a finales de enero de 2019.

Desde entonces, se estima que más de 60.000 migrantes han esperado en ciudades fronterizas mexicanas -algunas de ellas tan violentas como Ciudad Juárez o Matamoros- su turno para ser atendido por las autoridades estadounidenses, que deciden su futuro.