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April 18, 2024

Solidaridad – Solidarity: Dolores Murillo Helmer

Dolores Murillo Helmer nació en una hacienda en Conguripo, estado de Michoacán, México, el 28 de febrero de 1917. Su nacimiento ocurrió durante la época de la Revolución Mexicana, debido a ello su padre y un tío vinieron a los Estados Unidos. Su madre, quien en esos meses esperaba el nacimiento de Dolores, no pudo partir. En 1919, su madre, su hermano mayor, su hermana y Dolores se convirtieron en parte del millón de personas que establecieron su residencia en los Estados Unidos, escapando de los peligros de la Revolución Mexicana.

Dolores Murillo Helmer
Dolores Murillo Helmer

La familia se radicó en Pasadena, habitando en un barrio integrado, aunque su madre trabajaba voluntariamente en la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe. Ella se hizo muy amiga de la Srta. McKay, una enfermera de Salud Pública, quien solamente hablaba inglés, pero de todas formas conseguían comunicarse. Uno de los primeros recuerdos de su niñez, que Dolores Helmer conservaba, era disfrutando de comida mexicana en casa, aunque durante los almuerzos de la escuela se alimentaba con pasta de maní y galletas, un almuerzo típicamente americano.

En casa, su padre le enseñó a escribir y leer en español, e igualmente hizo que aprendiera de memoria poesías en español, las cuales ella declamaba en la escuela, durante las Fiestas Patrias, correspondientes a las celebraciones del 16 de Septiembre, aunque en la escuela toda su enseñanza la recibió en inglés. En la casa, ella y su hermana Josefina aprendieron a cocinar, lavar, planchar, al igual que hacer trabajo de bordado a mano.

Cuando cursaba el sexto grado, ella le dijo a un tío que deseaba ser enfermera, aunque estaba preocupada pensando que su madre se opondría a sus deseos. Pero ella estuvo de acuerdo, con la condición de que Dolores asistiera a una escuela solamente para mujeres. Así es como decidió ingresar a estudiar enfermería por tres años en el Hospital de Niños de San Francisco, graduándose ahí como Enfermera Registrada en 1940, con la especialización de Pediatría. Fue a trabajar directamente al Hospital de Niños.

En 1942 como supervisora en la sala de enfermedades contagiosas, la cual ocupaba casi todo el edificio, la tenía llena de pacientes con polio, ya que en 1942 se presentó una epidemia de esta enfermedad. Durante ese tiempo se ponía en práctica el método de la Hermana Kinney, de aplicar almohadillas muy calientes en las extremidades con el objeto de mantener los músculos flexibles, para que cuando la infección desapareciera el paciente pudiese recobrar el uso de sus brazos y piernas con ayuda de terapia física. Al preguntársele si no estaba preocupada sobre un contagio de esta enfermedad, ella contestó: “Cuando una es joven piensa que conoce todo. Se puede conquistar el mundo. Todas sabíamos que era peligroso trabajar en esa sala y practicábamos al extremo las técnicas de cuidado para evitar contraer el polio. Amaba mi trabajo allí”.

Al dares cuenta que necesitaba algo más que su energía para ocupar un puesto administrativo y a la vez enseñar, se matriculó en el Colegio para Mujeres de San Francisco (Lone Mountain), en la actualidad parte de la Universidad de San Francisco, donde recibió, en 1946, su Licenciatura en Ciencia de Educación de Enfermería.

Durante la época de la Segunda Guerra Mundial ella y algunas de sus amigas estuvieron listas para unirse a las Fuerzas Armadas, apoyando los esfuerzos que se hacían durante la guerra; pero su madre se preocupó en extremo sobre su decisión y ya que cinco de sus hermanos estaban en el servicio militar, escogió quedarse aquí. Mientras estudiaba en el Colegio para Mujeres en San Francisco, el que era un centro educativo católico muy formal, conoció a muchas jóvenes ricas procedentes de México y de América del Sur, al igual que algunas Hermans de la Caridad, quienes estudiaban allí. Asistían a bailes, pero no tenían la oportunidad de conocer a jóvenes mexicanos que fuesen estudiantes. A principio de los cuarentas conoció al que sería su esposo, Archie, a quien llamaban Ash, en casa de unos amigos. Ash era nativo de Spokane, Washington, estaba en la Marina y aunque pasaba largos periodos en el mar, se casaron en 1944.

Después de su graduación enseñó por dos años enfermería médica y quirúrgica en el Colegio de Enfermería Santa María de San Francisco. Cuando nació su hija Susan decidió quedarse en casa. Después nacieron sus dos hijos Jimmy y Tom. Mientras estaba en casa criando a sus hijos decidió estudiar por las noches en la Universidad Estatal de San Francisco, para obtener sus credenciales como enfermera de escuela. Cuando había completado 15 uniddes modificaron los reglamentos, requiriendo que primero fuera Enfermera de Salud Pública, con seis meses de experiencia de trabajo en la comunidad. Llenó este requisito viajando a Oakland mientras continuaba sus clases en el Centro Médico S.S.F., recibiendo finalmente sus credenciales en 1958.

Su familia se cambió a Daly City y ella se quedó en casa cuidando de sus hijos. Con el objeto de permanecer al día sobre los nuevos desarrollos médicos fue a trabajar por las noches, durante los fines de semana, al Hospital de la Península en la sección de recién nacidos.

En 1962 se cambiaron a Sunnyvale y unos años más tarde presentó su solicitud de trabajo como Enfermera de Escuela, al Distrito Escolar de Sunnyvale. Al comienzo el Distrito no estaba en condiciones de emplearla porque estaba sobre calificada con su educación. No tenían suficientes fondos para pagarle un salario garantizado. Sin embargo en 1967, cuando hubo fondos federales disponibles, a través de Title I Fund, le ofrecieron el trabajo que ella había solicitado. Fue llamada a llenar esa plaza no sólo por su preparación académica sino por su conocimiento del español, lo cual le permitía trabajar con la población hispana de Sunnyvale. Mientras laboraba en esta ciudad, ella fue una de las tres personas que comenzó los servicios Comunitarios de Sunnyvale; fue también miembro por muchos años del Comité de Directores.

Cuando el distrito decidió descontinuar el programa de salud escolar, un grupo de padres hispanos organizados por Lilia Rodríguez y otras personas más, firmaron una solicitud en la cual pedían al distrito que no eliminara la posición de enfermera. Esta petición fue presentada por Robert Gonzales, José Guevara y algunas personas más del Comité de Educación. El Comité le ofreció a Helmer un trabajo como profesora de segundo grado. Pero ella decidió que no debía aceptarlo porque no sabía cómo enseñar matemáticas o a leer, aunque podía enseñar cuidados de la salud. Debido a ello aceptó una posición como enfermera en el Distrito Escolar Unificado de San José. Dolores Helmer sintió que su influencia estaría limitada enseñando segundo grado, pero como enfermera podía compartir más su conocimiento, en forma individual, con los niños y sus familias en San José, en donde trabajó desde 1972 a 1982.

Durante esos diez años, ella tuvo algunas posiciones como enfermera. Dedicada siempre al estudio, hizo trabajo de graduación en la especialización de Trabajo Social en las Universidades de Santa Cruz, San Francisco y Santa Clara. En 1976 regresó al Centro Médico U.C., matriculándose en el programa de Salud de Niños y Protección contra Incapacidad, convirtiéndose en Enfermera Practicante. Helmer podía realizar exámenes físicos en las escuelas, mientras sirvió como Coordinadora de Salud para el proyecto Follow Through. Esta fue una época muy ocupada y de muchas satisfacciones. Las clínicas se llevaban a cabo en los terrenos de las escuelas, después que terminaban las clases cuando había tiempo para hablar con los padres acerca de las condiciones de salud de sus hijos.

Cuando se jubiló decidió descansar por un año, después de lo cual comenzó a sentirse inquieta y decidió trabajar voluntariamente en la Agencia de Servicios Comunitarios de Sunnyvale, en el programa de administración de casos, manteniendo la información vigente sobre los hispanos. Este fue el comienzo de su interés, estudio y trabajo en el campo de la vejez. Participó también con el Senior Coordinating Council, el cual tiene como meta un Centro de Cuidado diario para personas mayores.

Dolores Helmer fue elegida para servir en el Comité de Directores del Concilio de Ancianidad del Condado de Santa Clara. Ella se ocupaba por cuatro horas todos los miércoles como Consejera de Seguros sobre Salud, en el Centro para Personas Mayores de Sunnyvale y los martes los destinaba a pasar con sus nietos. Su hija Susan era profesora en una escuela en Milpitas. La Sra. Helmer creía realmente “en la educación de la mujer, porque ella es quien transmite a sus hijos los valores culturales, sociales y morales, además de la importancia de la educación”. © La Oferta Newspaper.

 

<English version>

 

Dolores Murillo Helmer was born on a hacienda in Conguripo, Michoacán, México, on February 28, 1917. This was at the time of the Mexican Revolution, so her father and uncle came to the United States. Her mother, who was pregnant at that time with her, couldn’t leave. But in 1919, her mother, her oldest brother, her sister and herself became a part of the one million people who fled to the United States to escape the dangers of Mexico’s Revolution.

In Pasadena they lived in an integrated neighborhood, her mother giving part of her time to voluntary work for the Church, Our Lady of Guadalupe. She became a very good friend with Miss McKay, a Public Health nurse who spoke only English, but still they were able to communicate. One of Mrs. Helmer’s earliest memories of he school years is eating Mexican food at home, but at school lunches eating peanut butter and saltine crackers, a typical American lunch.

At home her father taught her to read and write in Spanish, and by memory taught her Spanish poems, which she would recite at school in Spanish during the Fiestas Patrias’ celebrations. At school she spoke English. At home she and her older sister Josephine learned to take care of the cooking, cleaning, ironing, washing and fancy needlework.

While in the 6th grade she told an uncle she wanted to be a nurse, and was concerned that her mother wouldn’t permit this. But her mother agreed under the condition that she had to go to all women’s school. So she went to study nursing for three years at Children’s Hospital in San Francisco, graduating as a Registered Nurse in 1940 with a specialty in Pediatrics. She then went directly to work at Children’s Hospital. By 1942 she was supervisor of the communicable disease ward that occupied almost the entire building filled with polio patients, because there was an epidemic of polio in 1942. During that time the Sister Kinney method of applying very hot pads on the limbs to keep the muscles flexible, was used. So that when the infection was over, they could regain the use of their arms and legs with the help of physic therapy. Asked if she was concerned that she might contract polio, she replied, “When you’re young you think you know everything. You can conquer the world. We all knew it was dangerous to work in this ward but we practiced extremely good medical aseptic techniques to avoid contracting polio. I loved to work there.”

Realizing that it took more energy to be an administrator and teacher, she enrolled at San Francisco College for Women (lone Mountain) now a part of the University of San Francisco, where she received her Bachelor of Science degree in Nursing Education in 1946.

During the time of World War II, she and many of he friends were ready to join the armed forces to support the war effort, but her mother was very distressed about this. Because her five brothers were in the service, she chose to remain here. While she was studying at San Francisco College for Women that was a very formal, Catholic school, she became acquainted with wealthy girls from Mexico and South America, as well as with some Sisters of Mercy, who were also students there. They would attend formal dances, but there were no Mexican male students around. In the early 40’s she met husband Archie, known as Ash, at a friend’s home. Ash was in the Navy, a native of Spokane, Washington, and even though he was out to sea for long periods of time, they married in 1944.

After her graduation she taught medical and surgical nursing at St. Mary’s College of Nursing in San Francisco for two years. When her daughter Susan was born she decided to stay home.

Subsequently she gave birth to two sons, Jimmy and Tom. While home raising her children, she decided to study nights at San Francisco State to obtain her credential to be a school nurse. When she had completed 15 units, the rules changed to require one to first be a Public Health Nurse with fieldwork experience for six months. She did this by commuting to Oakland, while she continued her classwork at U.S.F. Medical Center finally receiving her credential in 1958.

They moved to Daily City, and she stayed home taking care of her children. In order to stay abreast of new medical developments in her field, she worked nights on weekends at Peninsula Hospital in the nursery.

In 1962 they moved to Sunnyvale, and a few years later she applied at the Sunnyvale School District as a School Nurse. When she first applied the District was unable to here her, because she was overqualified in education, they didn’t have sufficient funds to pay her warranted salary.

Nevertheless, in 1967 when Federal funds became available through Title I Fund, she was offered the position of school nurse for Sunnyvale’s School District. She was called upon not only because of he educational background, but because she spoke Spanish, enabling her to work with Sunnyvale’s segment of Hispanics. While she worked in Sunnyvale she was one of the three people who started the Sunnyvale Community Services, serving on the Board of Directors for many years.

When the District decide to discontinue the school health program, a group of Hispanic parents organized by Lilia Rodriguez and others signed a petition that asked the District not to dissolve her nursing position. The petition was presented to the Board of Education by Robert Gonzales and Jose Guevara, among others to which the School Board offered her teaching second grade. But Helmer decided she didn’t want to do that, because she didn’t know how to teach reading and math, although she could teach health. Thus, she accepted a position as school nurse in the San Jose Unified School District. She felt her influence would be limited teaching 2nd graded, but as a nurse she could share more of her knowledge on a one-to-one basis with the children and families in San Jose, where she worked from 1972 to 1982.

During those ten years, she held many nursing positions. Always studying, she did graduate work at U.C. Santa Cruz in Social Work, U.C. San Francisco and Santa Clara University. In 1976 she returned to U.C. Medical Center and enrolled in the Child Health and Disability Prevention Program becoming a Nurse Practitioner. Helmer conducted physicals at school, while she served as Health Coordinator for Project Follow Through. This was a busy and rewarding time. The clinics were held on school grounds, after school, and there was time to talk to parents about their children.

When she retired she did nothing for a year, then got restless and volunteered at the Sunnyvale Community Service Agency on the case management program doing follow ups of Hispanics. This was the beginning of her interest, study and work in the field of aging. She became involved with the Senior Coordinating Council, which advocates for Day Care Center for social day care. This is an ongoing project awaiting final City approval.

She was elected to serve on the Board of Directors of the Council on Aging of Santa Clara County. She used to put in about four hours of work on Wednesday as a Health Insurance Counselor at the Sunnyvale Senior Center, and on Tuesday spent time with her grandchildren. Mrs. Helmer “believed in education for women, because they are the ones who pass on the cultural, social and moral values, and the importance of an education to their children.” © La Oferta Newspaper.