La “Atenas del Ecuador”, Cuenca, es escenario de esta manifestación navideña
Texto y fotos por Mary J. AndradeUna de las mayores manifestaciones de religiosidad popular en la provincia del Azuay, Ecuador, es el “Pase del Niño Viajero”, celebración que tiene lugar el 24 de diciembre en Cuenca, tercera ciudad en importancia en este país sudamericano.
Santa Ana de los Ríos de Cuenca fue fundada por los conquistadores españoles el 12 de abril de 1557. Sin embargo su historia se remonta a los años 500 A.C. cuando los Cañaris se establecieron en el valle donde la ciudad de Guapondelig fue construida.
Niños mayores representan a María y José llevando en sus brazos la imagen del Niño Dios de la familia. Cuadros como éste se repiten cientos de veces a lo largo de la avenida principal de Cuenca.
A la llega de los Incas, aproximadamente en 1470, los habitantes fueron sometidos y la ciudad cañari destruída.
En su lugar los Incas fundaron la ciudad de Tomebamba, considerada como la segunda en importancia del Imperio Inca hasta la llegada de los conquistadores españoles.
Cuenca es el resultado de la fusion de tres culturas: cañari, inca y española, presentes en la arquitectura e historia de esta hermosa ciudad.
Una devota carga por algunos momentos la imagen del Niño Viajero, venerada por el pueblo cuencano.
La pasada, como se le llama a un desfile que dura más de seis horas y en el que participan carros alegóricos con diseños alusivos a la Navidad, infantes con vestimentas alusivas a las del Niño Jesús en brazos de sus madres, jóvenes con atuendos tradicionales de la región, grupos de bailes, artesanos, priostes y representantes de los barrios y de poblaciones cercanas, es una de las mayores expresiones de fe popular que tiene como centro la devoción y el amor hacia el Niño Jesús, representado en la escultura de un Niño Dios.
Conocida como el Niño Viajero, la imagen fue esculpida en 1823 y formaba parte del pesebre de Monseñor Miguel Cordero Crespo, quien en 1933, por encargo del Obispo de Cuenca, Mons. Daniel Hermida Ortega organizó el ya tradicional Pase del Niño que se realiza cada 24 de diciembre.
Las ofrendas de comida, frutas, bebidas, dulces y pan son arregladas de manera artística. Se sujetan con cintas de diversos colores o las niñas las llevan en canastas acomodadas en sus espaldas. Las ofrendas son compartidas al atardecer entre los miembros de las familias y vencindarios participantes, después de finalizar la procesión.
Desde entonces hasta su muerte y con el apoyo de varias personas y de muchas instituciones se constituyó en el fundador y mantenedor de la celebración del Pase del Niño Viajero.
En 1986, por disposición testamentaria, la imagen del “Niño Viajero” fue donada la Monasterio del Carmen de la Asunción para que fuese venerada en la Iglesia del Convento y salga cada año al Pase del Niño.
El calificativo de “Viajero” se debe a que en 1961 su propietario llevó este Niño Dios a Roma en donde fue bendecida por el Papa Juan XXIII. Después, en Belén fue recostado sobre la estrella que conmemora el nacimiento de Jesús. A su regreso, en una expresión de alegría una de sus devotas exclamó: “llegó el viajero”.
Virgencita con la imagen del Niño Jesús, preparada para iniciar la procesión. La alegría de hacerlo se refleja en su rostro. A Cuenca, ciudad que se encuentra en el sur del Ecuador concurren miles de personas de todo el país para participar en una de las más bellas celebraciones que se dan en esta nación.
Caminar por las calles de Cuenca el 24 de diciembre siguiendo las comparsas de los niños, admirar la dedicación que los artesanos ponen en la decoración de los carros alegóricos con escenas alusivas al nacimiento del Hijo de Dios, observar los diseños de las ofrendas de frutas, pollos y cuyes en canastas, muchos de ellos en la espalda de los niños, en otros casos como ropaje que cubren los flancos de los caballos sobre el cual monta una niña ataviada con vestidos de terciopelo cubiertos de lentejuelas, es un regalo al espírítu por la intensidad de la religiosidad que caracteriza esta festividad religiosa y cultural.
En el Pase del Niño Viajero desfilan más de 1,000 carros alegóricos, cientos de niños, y docenas de grupos de baile. Es prácticamente una marea humana que transita por las calles principales de la ciudad, declarada en 1999 como “Patrimonio Histórico de la Humanidad”.
La pasada concluye, después de varias horas, con el carro alegórico cubierto de flores que lleva la imagen venerada de regreso al Monasterio del Carmen de la Asunción, desde donde presidirá las Misas, que durante todo el día 25 de diciembre se celebran como homenaje al Nacimiento de Jesús.
El Niño Viajero.
Considerando varios aspectos sociales, artísticos y religiosos, en el 2008, el Pase del Niño Viajero fue declarado Patrimonio Cultural Intangible de la ciudad de Cuenca. La organización y coordinación de esta fiesta la realiza la Arquidiócesis de dicha urbe.
Sin duda alguna es una hermosa fiesta religiosa en la que se unen sus habitantes para celebrar el nacimiento del Hijo de Dios, compartiendo sus manifestaciones culturales a través del vestuario, la música y la danza en una estrecha convivencia sin distingos de clases sociales.