Las fotos que tiene en una pared de su casa, hablan por sí sólas de las muchas actividades en pro del inmigrante y de los derechos humanos en los que Carlos Palacios Avitia ha estado involucrado la mayor parte de su vida.
Se considera sindicalista y por su trabajo como activista, ha estado tanto en Cuba como en el conflict en Nicaragua y El Salvador en los años 80, cuando los famosos escuadrones de la muerte dejaban a muchos huérfanos en esos países centroamericanos.
“Los sindicalistas nos consideramos parte de todos los países y de todos los problemas”, declara Carlos Avitia, quien nació en la sierra de Durango, México, de padres campesinos.
Llegó a Chicago, Illinois en 1955. En 1966 vino a visitar a un hermano en San José, California, y se quedó por la belleza del lugar. La falta de industria pesada lo sorprendió y escuchó hablar sobre el líder agrario, César Chávez, al que comentó, “se parece al movimiento de Martin Luther King por los derechos civiles”.
Trabajó en Feltong Aluminium Company en fundición de metales, labor que desempeñó hasta que se jubiló. Desde el inicio buscó organizaciones latinas y encontró el Organismo Mexicano Cívico y Cultural, y Labor Council for Latin American Advancement (LCLAA). Llegando a ser miembro de la Mesa Directiva de SIREN (Services Immigrant Right Education Network).
Representante Social
Por la labor que realizaban, Avitia y sus compañeros eran conocidos como molderos. Ellos veían cómo les hablaba Carlos (aunque señaló que su inglés no era muy bueno) a sus jefes, cuando algo no estaba bien y por ello, lo escogieron como representante del Chapter of International Molder, cargo que desempeño durante 28 años.
Dijo tener siempre dos preguntas, ¿por qué sucede esto? Y ¿por qué no cambiarlo? Y entre todas las luchas destaca una que se desarrolló en 1982.
En esta época era Presidente Ronald Reagan que con el respaldo que proporcionó a las compañías, éstas se sintieron poderosas y querían quitar concesiones ya obtenidas a los trabajadores, cuando se renovara el contrato.
Avitia, como representante, dijo que “eso no podía suceder, ¿cómo les podían subir el sueldo, si les iban a quitar parte de sus beneficios?”, Carlos dijo a sus compañeros que no retrocedieran, porque “si lo hacían, los iban a aplastar más”. El abogado de la compañía trató de intimidar a Avitia, pues no querían ceder, pero ante presión y unión entre los trabajadores se fueron a huelga.
La huelga duró seis semanas y fue muy dura para los trabajadores que dependían de su sueldo. Fueron maltratados por la policía, pero al final ganaron. Lo más importante fue obtener el respeto de los supervisors y dueños. Después, cada vez que estos podían al trabajador hacer algo, decían “por favor” y “gracias”. Este logro lleno de orgullo a Avitia.
Ideales de lucha
Siempre ha luchado a favor de a justicia social. Le molesta que unos se aprovechen de otros y por eso “considero que la persona debe de hablar cuando no le gusta algo en el trabajo y buscar apoyo de un sindicato”, enfatizó.
Carlos Avitia siempre está presente en toda protesta que se lleva a cabo en el área y ahora deja que las futuras generaciones tomen acción propia. Sin embargo, con su presencia las apoya en favor de una amnistía para el trabajador.
Piensa que los mayores abusos e injusticias se cometen contra el trabajador indocumentado por su misma situación en el país, “y no ha cambiado mucho”, recalcó. Le satisfice ver “que los mexicanos en general hemos progresado mucho y más que todo veo nuestra juventud, nuestros hijos que ahora son profesionales y están envueltos en todos terminus”.
Admira a César Chávez y subrayó que “él fue mi inspiración. Él nos abrió el campo a muchos activistas latinos al hacer un credo de su frase “Sí Se Puede”. Avitia no se considera líder sino activista, e invita a la personas a que “tomen una vida activa a dónde quiera que vayan, en su sindicato, en su comunidad, dentro de su iglesia” y agrega “vean menos televisión”, como recomendación a ocupar su tiempo a educarse.
Seguir Luchado
Carlos Avitia no piensa dejar de seguir luchando por los derechos del trabajador quiere “morir con los zapatos puestos”. En México, el 21 de marazo del 2001, formó el sindicato Amigos Unidos entre estos dos países, donde se invita al trabajador a que tome acción pacífica, pero que se mantenga activa.
Carlos Avitia está casado con Consuelo y tiene dos hijas que son su orgullo, Sonia y Cindy.