Jerónima Márquez fue un ejemplo sobresaliente de una mujer que sufrió injusticias increíbles, durante su recorrido de México a los Estados Unidos, pero que a la vez contó con un espíritu para sobrevivir y criar a su familia de ocho hijos, con marcado éxito. Ella nació y se crió en la pobreza y estuvo bajo opresión adicional por ser huérfana, apresada en las garras de la anarquía de la Revolución Mexicana de 1910 a 1920.
Jerónima nació el 30 de septiembre de 1902 en la aldea indígena de Cuatitlán, cerca de la Ciudad de México. Ella compartía la herencia indígena y el lugar de nacimiento de Juan Diego, la figura central de la historia de la aparición de Nuestra Señora de Guadalupe. Su fe simple y profunda, como la de Juan Diego, parece que fue la piedra angular de su habilidad para sobrellevar lo que pudo haber parecido a otros una situación sin esperanza.
Jerónima tenía siete años de edad cuando su madre fue herida de muerte por los cuernos de un toro que andaba suelto en las calles de la aldea. Un año más tarde su padre murió y debido a su situación económica, pasó a ser sirvienta en la casa de una familia rica. Ella recuerda lo mucho que deseaba salir a jugar como los otros niños, en lugar de tener que trabajar todo el tiempo.
En 1910, Francisco Madero declaró la revolución en contra del gobierno opresivo de Porfirio Díaz. Ella recordaba que cuando tenía ocho años de edad vio a Madero pasar por las calles de su aldea, camino a la Ciudad de México. A partir de ese momento la revolución estalló en todas partes del país. Pancho Villa, Emiliano Zapata, Venustiano Carranza, cada uno de ellos reunió un ejército contestando a la llamada de batalla contra las fuerzas del gobierno.
La siguiente década quedó impresa en forma indeleble en la historia mexicana. Los corridos “La Rielera” y “Adelita” representan la historia de la vida de Jerónima, ya que ella vivió ambas experiencias.
Entre 1910 y 1920 esta agitación social causó la muerte de un millón de personas. Otro millón salió del país.
Las corporaciones americanas habían estado contratando trabajadores en México desde 1890, pero debido a la situación reinante en ese país, millones se acercaron a ellas. La agricultura y la construcción de vías férreas tuvieron una fuerza laboral de trabajadores a quienes pagaban lo mínimo, lo cual permitió a las empresas entrar en un periodo de gran expansión.
Jerónima fue parte de esta migración que vino de México. Por ello se convierte en la imagen viva de las personas oprimidas en ambos lados de la frontera. Cuando vino tenía trece años, se casó con un militar de treinta y un años de edad. Poco después él murió.
Sola, la pequeña viuda fue apresada por la destrucción que causó la Revolución. Pasó a ser soldadera en el ejército de Pancho Villa, donde fue tomada a la fuerza por un official de alto rango militar. Las mujeres como Jerónima tenían que cocinar y cuidar el restablecimiento de sus hombres cuando eran heridos. En una ocasión, el caballo en el cual ella cabalgaba cayó muerto por un disparo. El 3 de enero de 1917 este hombre se la llevó al norte, a El Paso, pagando los tres centavos que se requerían para pasar legalmente la frontera hacia los Estados Unidos. Los siguientes años pasaron ambos recorriendo el suroeste del país, mientras él trabajaba en las vías férreas. Un furgón fue su hogar por muchos años.
Ella se convirtió prácticamente en una prisionera de este hombre, quien la tenía amenazada de muerte si trataba de escapar. Su única posesión era un vestido. Finalmente, un capataz irlandés, apenado por las condiciones bajo las cuales vivía Jerónima, la rescató llevándola a Yuma, donde la presentó a Pedro Márquez, quien se convertiría en su esposo y el padre de sus ocho hijos. Un misionero católico viajero los casó el 13 de diciembre de 1918.
Un furgón continuó siendo el hogar de ellos y en algún lugar del desierto, entre El Paso y Yuma, ella tuvo cuatro hijos varones. Incapaz de leer y escribir, Jerónima realizó grandes esfuerzos para dar una educación a sus hijos. La oportunidad se presentó cuando uno de los trabajadores del ferrocarril, que había sido professor en México, comenzó a dar clases a los niños.
En 1927, la familia se estableció cerca de Fresno y convirtió el pequeño furgón en un hogar pequeño. Más tarde, construyeron una casa donde nacieron cuatro hijos: tres varones y una mujer. Ellos lucharon por sobrevivir durante la Gran Depresión hasta la Segunda Guerra Mundial, cuando los siete hijos sirvieron en las Fuerzas Armadas con distinción. Entre los siete hijos había un Mayor de las Fuerzas Armadas, un carpintero, un barbero y un mecánico. Todos sus hijos tenían carreras honorables y criaron y educaron a sus propias familias. La hija de Jerónima obtuvo honores en la escuela y sirvió con distinción en los sistemas escolares de San José. El hijo menor es un científico eminente con un título Ph.D. en Microbiología.
Jerónima quiso sobrevivir. Ella comentó cuando la entrevistamos: “Así es la vida”, al referirse a todo lo que experimentó. Sin embargo, estuvo al tanto de la oppresión en que vivió y la lucha que tuvo que desarrollar para mantener su fe y sus altos principios morales. Jerónima pasó todoa sus vida trabajando y siempre recordaba sus sueños infantiles cuando deseaba tener tiempo para jugar. © La Oferta Newspaper.
<English version>
Jeronima Marquez was an outstanding example of a woman who suffered incredible hardships during her migration from Mexico to the United States, but who had the survival spirit to raise a family of eight children with remarkable success. Born and raised in poverty, she underwent the additional oppression of being an orphan girl caught in their anarchy of Mexico’s revolutionary war of 1910-1920.
She was born September 30, 1902 in the Indian village of Cuatitlan near Mexico City. She thus shares the Indian heritage and birthplace of Juan Diego, the central figure of the story associated with Nuestra Señora de Guadalupe. Her deep and simple faith, like that of Juan Diego, seems to have been the cornerstone of the ability to overcome what might have seemed hopeless situations to others.
Jeronima was seven years old when her mother was gored to death by a bull running loose in the village streets. A year later her father died and she was forced to become a servant in the home of a wealthy family. She tells how she wished that she could go out and play like other children.
In 1910 Francisco Madero fire the opening shot of the revolution against the oppressive government of Porfirio Diaz. She recalls how, at the age of eight, she saw Madero pass through the streets of her village on his way to Mexico City. The war then exploded in all parts of the country. Pancho Villa, Emiliano Zapata, Venustiano Carranza, each gathered an army and took up the call of battle against government forces.
The following decade was to be imprinted indelibly in the Mexican experience. The corridos “La Rialera” and “Adelita” are Jeronima’s life story for she lived them both.
Between 1910 and 1920 this turmoil caused the death of one million people. Another million migrated out of the country. American corporations had been recruiting workers in Mexico since 1890, but now hundred of thousands came their way. Agriculture and the railroads now had a large pool of low-paid labor and were able to enter into a period of great expansion.
Jeronima was part of this immigration from Mexico. She thus becomes a living image of poor people oppressed on both sides of the border. It was thus that at the age of twelve and thirteen, she married a military man thirty-one years of age. Shortly after that he was killed.
Left alone, the little window fell prey to the ravages of war. She became a “soldadera” in Pancho Villa’s army, having been forcibly taken by a high ranking military officer. Women like Jeronima had to cook for their man and care for their wounds. On one occasion she had a horse shot from under her. On January 3, 1917 this man took her north to El Paso and paid the three cents required to cross the border legally into the United States. The following years were to be spent criss- crossing the Southwest while he worked on the railroad. A boxcar would be her home for many years.
She became a virtual prisoner of this man, and was threatened by death if she would try to escape. Her only possession was a dress. Finally a kindly Irish foreman rescued her, took her to Yuma, and introduced her to Pedro Marquez who became her husband and the father of her eight children. A traveling Catholic missionary married them in the church on October 12, 1918.
A boxcar continued to be their home and somewhere in the deserts between El Paso and Yuma she gave birth to four boys. Unable to read and write herself, she made great efforts to get and education for her children. The opportunity came when one of the railroad workers who had been a teacher in Mexico began to give lessons to the children.
In 1927 they settled near Fresno and converted a boxcar into a small home. Later they built a small house where the other three boys and a girl were born. They struggled through the Great Depression until World War II when all of her seven sons went to serve with distinction in the military. Among the seven boys is a career major in the Air Force, an accomplished carpenter, a barber, a mechanic and all have honorable trades and raised families. The girl won honors in school and served with distinction in the school system in San Jose. The youngest is an eminent scientist with a Ph. D in microbiology.
Jeronima was a survivor. Outwardly she would say “Así es la vida.” Inwardly she was well aware of oppression and struggle to preserve her life, to develop and maintain her faith and high moral principles. Jeronima spent her life working and always remembered her childhood dreams when she wished to have time and go out to play. © La Oferta Newspaper.