Nueva York, 17 ago (EFE).– La Convención Demócrata da inicio este lunes a una nueva modalidad virtual de lo que hasta ahora era el mayor espectáculo político de Estados Unidos, donde los mensajes coreografiados, la catarsis frente a cientos de compromisarios y los millones de dólares generados para la ciudad anfitriona tendrán que dar paso a un montaje en remoto por la pandemia del coronavirus.
Lejos quedan los días en que las convenciones nacionales de los partidos Demócrata y Republicano eran un hervidero de personas agolpadas en un estadio, que acababan en ocasiones a puñetazos o callaban a los oradores con abucheos ensordecedores.
El cónclave demócrata, que antes del coronavirus iba a desplazar a miles de personas a la ciudad de Milwaukee (Wisconsin), se celebrará desde hoy y hasta el jueves en modo remoto desde distintos lugares del país, salones privados y sin el bullicio improvisado que servía para medir el sentir del partido.
UN EQUIPO ESQUELÉTICO PARA UN ACTO QUE SE EMITIRÁ EN STREAMING
En Milwaukee trabajará un esquelético equipo de montadores y productores que coordinarán señales, elegirán planos y compondrán un evento político por entrega que deberá, si da resultado, dejar claro a los estadounidenses el programa y la visión de la candidatura del exvicepresidente Joe Biden y su número dos, la senadora californiana Kamala Harris.
Televisoras de todo el país competirán en atención con servicios de streaming, YouTube y otras plataformas digitales, que por primera vez en la historia serán un canal vital para alcanzar a un electorado disperso, pero confinado en sus casas y frente a sus pantallas.
El gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, una historia de éxito contra la pandemia de COVID-19; el expresidente Barack Obama, un maestro en la movilización del voto; el exgobernador de Ohio John Kasich, un republicano que puede apelar al voto moderado, o Alexandria Ocasio-Cortez, la nueva promesa del ala progresista, precederán al nombramiento oficial de Biden como candidato, que el 3 de noviembre se enfrentará a Donald Trump por la Presidencia.
UNA SEDE VIRTUAL
Como era tradicional hasta que la pandemia echó por los suelos todos los planes, la elección de la ciudad sede, que se engalanaba especialmente para la convención, era en sí misma una declaración de intenciones. En este caso, la elección de Milwakee era un intento de atraer al voto blanco del Medio Oeste, el estadounidense desencantado que dio a Trump su inesperada victoria en 2016.
Fuera de la elección se quedaron sedes como Miami (Florida) y Houston (Texas), lugares donde el voto hispano y la diversidad racial hubieran obligado a un mensaje diferente.
No obstante, el hecho de que esta nueva modalidad virtual -para la que se han distribuido equipos de luces y sonido a decenas de lugares en todo el país- se haya convertido en la única opción posible podría dar forma a un mensaje mucho más global.
LA “CONTRAPROGRAMACIÓN” DE TRUMP
Trump, sabedor de que una convención sin público ni grandes escenarios, confetis ni globos tiene sus puntos débiles, ha preparado una “contraprogramación” con eventos de campaña desde hoy y hasta el cierre de la Convención Demócrata.
Además, la campaña del presidente, un “showman” indiscutible, se ha lanzado a un frenesí de compras de espacios publicitarios en internet, incluyendo anuncios y mensajes en YouTube y Hulu, para quitarle todo el protagonismo posible a los demócratas.
Queda por ver si un montaje audiovisual sin público, sin aplausos o abucheos, puede despertar el interés de la audiencia y emocionar como en su día hizo un desconocido Obama en 2004 o en 2016 Khizr Khan, padre de un soldado estadounidense y musulmán fallecido en servicio.
UN FORMATO OBSOLETO
Para algunos expertos, el formato de las convenciones está muerto y el coronavirus le ha puesto una puntilla de la que estas tradicionales puestas en escena no van a recuperarse.
“Están completamente obsoletas, ya no son importantes”, aseguraba Susan Estrich, exresponsable de la campaña del demócrata Michael Dukakis en 1988, en un artículo en The Atlantic este fin de semana.
Las convenciones han experimentado una constante caída de audiencias televisivas y, pese a algunos momentos destacables, que ocupaban portadas e informativos, no consiguen monopolizar la atención preelectoral como antes.
No obstante, los demócratas esperan que al menos una cosa no cambie: el impulso en las encuestas y en la aceptación del mensaje electoral entre los estadounidenses.
Las críticas al manejo por parte de Trump de la crisis del coronavirus y de la recesión económica, así como las demandas de más justicia social, centrarán el mensaje demócrata, que debería servir para movilizar al electorado indeciso.
La “subida de la convención”, como se conoce al impulso en las encuestas tras el encuentro del partido para formalizar a su candidato, podría poner a la fórmula Biden-Harris por encima del 50 % de intención de voto en el que ya se encuentran y consolidar sus ventajas en estados clave.