Washington, 20 ago (EFE).- “Tomé a mi niña en brazos, viajamos a la frontera. Al llegar al río la levanté sobre el agua y cruzamos”, narró Silvia Sánchez ante la Convención Demócrata este miércoles. Su historia le puso cara a las cifras de personas que atraviesan la frontera de México con EE.UU., pero también a la realidad de millones de inmigrantes en este país.
Para la familia Sánchez, la urgencia era salvar a su hija Jessica, entonces con 11 meses de nacida, un diagnóstico de espina dorsal bífida e hidrocefalia, y un pronóstico médico de apenas tres meses de vida.
De no estar en Estados Unidos, su historia hubiera sido otra: “Mi hija no hubiera sobrevivido, (y yo) no tuviera cinco hijos, tuviera cuatro”, argumentó convencida esta madre, para quien de quedarse en México su hija “hubiera sido una estadística más de esa generación” de 200 niños nacidos con esa condición y que han muerto.
Han pasado 25 años y Jessica, una “soñadora” cobijada por el programa DACA para las personas llegadas a este país sin documentos siendo niños, se ha convertido en el motor para que los Sánchez permanezcan en Estados Unidos.
Su realidad es la misma de la de millones de familias inmigrantes “mixtas”, denominadas así porque están conformadas por personas nacidas en este país, que tienen la ciudadanía, otras cobijadas por algún beneficio migratorio y el resto sigue indocumentado.
PROTAGONISTA EN UNA CONVENCIÓN DEMÓCRATA
Hasta hace dos semanas, esta ama de casa, de 49 años, no se imaginaba que su historia vital la haría protagonista del evento más importante de uno de los dos partidos tradicionales de EE.UU., la Convención Demócrata, en la que cada cuatro años se elige al aspirante a la Casa Blanca.
“A mí solamente me invitaron. Yo decidí apoyar la campaña porque cuando ganó ‘el 45’, pues no me gustó”, aseguró a Efe Silvia Sánchez en referencia al actual gobernante, Donald Trump, el presidente 45 en la historia del país.
“Entonces dije: ‘Tengo que hacer la diferencia. Yo no puedo votar, Jessica no puede votar, pero podemos salir a registrar votantes”, recordó.
Silvia Sánchez se dedica desde entonces a ir casa por casa registrando votantes en Charlotte, la ciudad de Carolina del Norte en la que la familia se estableció en 1996.
En la noche del miércoles, la imagen de Silvia Sánchez apareció en la convención, sentada en un sofá con Jessica a su derecha y su otra hija, Lucy, quien nació en Texas, a su izquierda.
Ese momento lo recuerda con emoción. “Cuando nos vimos en la tele. ¿De verdad? ¿Somos nosotros? ¿De verdad? Mucha emoción, lloré de emoción, fue algo bien bonito”, comentó.
En su aparición de poco más de dos minutos, las tres, en español e inglés, hablaron de su lucha familiar, reclamaron el derecho a la salud y evidenciaron el temor a ser separadas.
COMBATIENDO EL MIEDO
“Tenemos miedo, pero el miedo lo vencemos luchando, el miedo se vence luchando”, recalcó esta mujer nacida en México y que confiesa que ya ha vivido más tiempo en Estados Unidos que en su país.
De ahí que su mensaje sea promover la participación en las elecciones del próximo 3 de noviembre, cuando los estadounidenses elegirá a su próximo presidente.
“Somos 11 millones de inmigrantes (indocumentados), si cada uno llevamos a una persona a votar son 11 millones que van a votar más y somos 32 millones de latinos que podemos votar”, recordó.
En el día a día, sin embargo, sobrelleva el temor a ser detenida e, incluso, deportada por carecer de documentos.
“Ahorita yo voy a la tienda y digo: ‘Ay mija, ojalá que pueda regresar, porque no sé si me llega a parar inmigración, me llega a pedir mi identificación y lo que yo traigo es un pasaporte y una ID (identificación) vencida, que ya no funciona”, se lamentó, al recordar que en ese estado vivían “muy tranquilos”.
El cambio llegó “con el 45”, como insiste en referirse a Trump, ya que desde entonces, aseguró, son comunes las redadas de migración, en las que terminan arrestadas personas que, pese a carecer de documentación, no han cometido delitos.
“Hay gente que paran porque una luz del carro no le funciona, pues ya te llevan a la cárcel, automáticamente caes en las manos de ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas) y eso no estaba en este estado, este estado era bien tranquilo”, recordó.
SALIR A LA LUZ
Con deudas que estima alcanzan miles de dólares debido al tratamiento de Jessica, esta familia no deja de soñar.
“Mi sueño es como inmigrante, que los 11 millones de inmigrantes indocumentados en este país tengamos el camino a la ciudadanía. Sería como tocar el cielo”, afirmó.
Para ella, el modo de conseguirlo es “una reforma justa y eficaz” del sistema de inmigración.
“Somos 11 millones de inmigrantes que necesitamos salir a la luz; somos 11 millones de inmigrantes que estamos trabajando, pagando impuestos, con hijos, y somos gente trabajadora”, recalcó la mujer, que pide para los inmigrantes “la oportunidad de brillar”.
“En la oscuridad estamos trabajando. Si nos dejan brillar (…) haríamos a América grande”, apuntó.