Los Ángeles (EE.UU.), 14 sep (EFE).- Stacey Abrams fue la primera afroamericana candidata a gobernadora en Estados Unidos. Sus esperanzas se esfumaron cuando en 2018 perdió en el estado de Georgia, en unos comicios plagados de denuncias que encendieron las alarmas por supuestas técnicas de supresión de voto contra las minorías.
Meses antes de las elecciones se impusieron nuevos requisitos para solicitar el voto, medio millón de electores desaparecieron de las listas y hubo cambios de ubicación de colegios electorales a última hora; circunstancias que Abrams identifica como “obstáculos contra el voto de las minorías”.
“LA DEMOCRACIA NO ES UN SISTEMA ESTABLE, TIENE QUE SER MANTENIDO”
“Tenemos que recordar que la democracia no es un sistema estable, tiene que ser mantenido y defendido”, explicó en una entrevista con Efe.
Mientras Estados Unidos se presenta al mundo como una democracia longeva y estable, cada vez son más la voces que cuestionan si el acceso al voto es igual para todos o si depende del barrio en el que se vive, del origen familiar y del color de piel.
“Estados Unidos ha sabido mantener su democracia durante mucho tiempo, pero no es inmune a los retos que plantea el poder. Siempre ha tenido una vulnerabilidad”, considera.
Abrams nunca reconoció su ajustada derrota. Por casi 55.000 votos de un total de poco menos de 4 millones, en el estado de Georgia, un territorio en el que el 30 % de la población es afroamericana y que representaba una de las grandes esperanzas para el Partido Demócrata en los comicios de 2018.
Su contrincante republicano, Brian Kemp, estuvo acusado desde el principio por un conflicto de intereses ya que entonces también era el Secretario de Estado, la figura encargada de supervisar y diseñar un proceso electoral que introdujo cambios sustanciales que redujeron la capacidad de voto de ciertas comunidades.
SUPRESIÓN DE VOTO: UNA TÉCNICA EVOLUCIONADA HASTA EL SIGLO XX
“All In:The Fight For Democracy” (La lucha por la democracia) relata varias de las técnicas utilizadas para menoscabar el acceso al voto de ciertas minorías.
Una de los más sonadas fue introducir la exigencia de que la firma del votante debía coincidir exactamente con aquella original en los registros de la administración estatal, algo que eliminó la posibilidad de voto para una mayoría de electores de origen asiático o latino.
¿El problema? Si pasado un tiempo adaptaban su firma a la ortografía anglosajona o si su apellido cambiaba por contraer matrimonio, las posibilidades de que ambas grafías no coincidieran eran muy elevadas. Algo que nunca había supuesto un problema hasta ahora.
“Tenemos muchas personas que quieren limitar la participación en la democracia porque no confían en que los inmigrantes que llegan y se convierten en ciudadanos vayan a votarlos”, diagnostica Abrams.
UNA CONVERSACIÓN PRESENTE EN LAS PRÓXIMAS ELECCIONES
Los fallos del sistema electoral se han convertido en un tema de conversación en la actual carrera electoral para las presidenciales de noviembre. Republicanos y demócratas se acusan mutuamente de torpedear sus campañas electorales, con tramas espionaje, influencia extranjera y todo tipo de técnicas rebuscadas.
Pero además la validez del voto por correo se ha puesto en entredicho por la actual Administración de Donald Trump en una serie de mensajes que han cuestionado una de las maneras básicas para votar en medio de la pandemia del coronavirus.
“Se están dando actitudes que buscan menoscabar ese sistema democrático, pero seamos claros: Lo que los republicanos están haciendo ahora, lo hicieron los demócratas en el siglo pasado con las leyes de Jim Crow. Desde el nacimiento de EE.UU. siempre ha habido esa tensión”, explica.
Javier Romualdo