Denver (CO), 24 sep (EFE News).- Los adultos mayores que viven en zonas rurales experimentan, además del aislamiento geográfico, un agudo aislamiento social y emocional por la pandemia que reduce su expectativa de vida, revelan dos estudios difundidos este jueves.
Según el informe publicado por The Colorado Trust, el coronavirus ha hecho que los denominados “ancianos rurales” pierdan “acceso a cuidados hogareños precisamente cuando más los necesitan”, una situación que afecta, en el caso de Colorado, a los condados del suroeste del estado, con fuerte presencia de ancianos hispanos.
Y según el informe del Centro de Transferencia de Tecnología de Salud Mental (MHTTC, dependiente de la Administración de Servicios por Abusos de Sustancia y Salud Mental, SAMHSA, del Gobierno federal), un problema similar se detecta entre los ancianos de las tribus de nativos americanos en el estado de Washington y estados vecinos.
Como resulta obvio, los ancianos en zonas rurales viven más aislados que los de las ciudades, pero ese aislamiento incluía hasta el inicio de la pandemia visitas de trabajadores sociales o de enfermeros, o ayuda por parte de personal o voluntarios de agencias de servicios. Sin embargo, por la COVID-19, muchas de esas visitas o servicios se han interrumpido.
Como resultado, los ancianos viven en “extremo aislamiento mental y físico”, según reporte. Y, en definitiva, esos adultos mayores no reciben una ayuda que les habría salvado la vida.
Citando datos de la empresa Atlantis Community, The Colorado Trust afirma que los ancianos representan el 54 % de las muertes por COVID-19 en este estado. A nivel nacional, esa cifra se reduce al 40 %, es decir, unas 68.000 muertes.
La situación es aún más complicada para los ancianos hispanos por el desproporcionado impacto negativo del coronavirus entre los latinos, que, al sufrir un alto índice de desempleo, ven reducida la capacidad de los hijos adultos para ayudar a sus padres ancianos.
Según un estudio por parte de MHTTC, ese “contexto psicosocial” tiene consecuencias negativas “para la salud mental de la población de ancianos latinos”.
Si a eso se le suman “los efectos negativos del racismo y la discriminación”, la salud física y mental de los adultos mayores hispanos se deteriora rápidamente, causando “un índice mucho mayor de muertes por la COVID-19”.
Mientras tanto, sin nadie que los cuide, los ancianos “entran en tal depresión que tienen problemas para comer, para levantarse y para sentirse motivados”.