México, 1 nov (EFE).- México mantuvo vivo el Día de Muertos en un festejo híbrido acorde a los tiempos de la pandemia y mientras unos estadosd el país mantuvieron los panteones abiertos, para millones de familias la tradicional festividad transcurrió en casa, incluso miles la celebraron de manera virtual.
Un potencial rebrote de la pandemia, como ha sucedido en otros países, especialmente en Europa, puso en alerta a las autoridades de varias entidades del país quienes este fin de semana impusieron restricciones de movilidad y convivencia.
Las cifras de 91.753 fallecidos y 924.962 casos confirmados que han colocado a México como el décimo país con más contagios y el cuarto con más fallecidos absolutos, de acuerdo con la Universidad Johns Hopkins, también apagaron, de manera parcial, la festividad más emblemática del país.
El cierre de los cementerios, entre el 31 de octubre y el 2 de noviembre, en la Ciudad de México y los estados cercanos, fue la medida más decisiva para impedir aglomeraciones en estos lugares y evitar así la propagación de la enfermedad.
Algunos de los estados más significativos en esta celebración, como el sureño Oaxaca, también han suspendido la visita a cementerios, mientras que en Michoacán se restringirá el número de asistentes.
En algunos lugares del país, las familias pasaban la noche de 1 noviembre y la madrugada del 2 en el camposanto para recibir a los difuntos, que según la tradición en esas fechas regresan, por unas horas, al mundo de los vivos, pero ahora no pudo ser así.
A pesar de las restricciones, los mexicanos intentaron mantener viva la leyenda al montar en sus casas las ofrendas y los altares, llenos de comida, bebida y dulces, para recibir a “sus muertos”.
La celebración de Día de Muertos es una de las tradiciones más representativas en México y está considerada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por parte de la UNESCO.
OAXACA, MICHOACÁN Y YUCATÁN
En el municipio de Mitla, en el estado de Oaxaca, las tradiciones ancestrales se adaptaron a la pandemia.
A las 12 del día de este 1 de noviembre, los muertos fueron recibidos con cohetones, que los habitantes de esta localidad que debe su nombre al vocablo nahuátl Mictlán, Lugar de los Muertos, truenan desde sus casas para mostrar la alegría que sienten al recibir a sus seres queridos que ya no están con ellos.
No pudieron ir al panteón por las restricciones sanitarias, pero el simbolismo va más allá de esta prohibición, debido a que al pie de cada ofrenda de comida, bebida y fruta, se coloca un petate (esterilla de palma) nuevo para que el difunto se quede en casa, explicó motivada Hilda Juárez, zapoteca nativa de la Villa de Mitla, tras poner el petate donde reposarán sus difuntos.
Mientras que los habitantes de Santa María Atzompa, herederos del culto a los muertos que distinguió a la cultura zapoteca de Monte Albán suspendieron u ancestral velada en el camposanto.
El sábado, la autoridad municipal sólo permitió el ingreso de dos personas por familia para adornar las tumbas con flores y velas, para después cerrar el panteón.
En Michoacán, los indígenas purépechas suspendieron por primera ocasión en su historia su tradicional ceremonia de la Noche de Muertos, a causa de la pandemia.
Los purépechas, etnia de mayor presencia en el occidental estado de Michoacán y la cual pobló la isla de Janitzio, en el municipio lacustre de Pátzcuaro, han colocado sus ofrendas en casas donde esta noche esperarán el regreso de sus muertos, celebración que hasta el año pasado realizaban en cementerios e, incluso, con ofrendas en el vaso acuífero más importante de Michoacán.
Decenas de templos católicos y pueblos purépechas cerraron sus puertas al turismo, sector que tan solo entre el 31 de octubre y 2 noviembre de cada año dejaba una derrama económica estimada en un millón de dólares, según autoridades locales.
Mientras que en el Cementerio General de Mérida, Yucatán, que en otros años rebosaba de gente en estos días, convocaba a unos 50.000 visitantes, lució semivacío al cancelaron todas las actividades que anualmente organizaba la administración municipal.
“Nunca en mis 70 años de vida había visto este lugar tan silencioso, siempre estaba lleno de vida con el ir y venir de visitantes”, comentó a Efe una vendedora de flores, quien lamentó la ausencia de la gente y las bajas ventas.
Pero el silencio del camposanto de Mérida contrastó con el bullicio que se registró en Xoclán, otro camposanto en la capital yucateca.
En ambos cementerios hubo rígidos protocolos sanitarios para evitar contagios de Covid-19, pero el Xoclán fue como una Fiesta para los muertos. Las tumbas estaban adornadas con coloridos ramos de flores y brillaban con la luz de las velas.
El sábado, el presidente Andrés Manuel López Obrador inauguró una monumental ofrenda homenaje en honor a las víctimas de la pandemia en el país en el Palacio Nacional, despacho y casa presidencial.
En el marco de la tradicional festividad el mandatario decretó tres días de duelo nacional por la víctimas de la pandemia, con la bandera de México a media asta y sin actos oficiales.
PANDEMIA, LA CERCANÍA CON LA MUERTE
Para el maestro en Ciencias Sociales y Humanidades por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Ulises Adrián Reyes, la festividad del Día de Muertos en plena pandemia “tiene que resignificar como vivimos los mexicanos este ritual y acercarnos de una nueva forma a la idea de la muerte”.
En entrevista con Efe, el especialista dijo que ahora la muerte se percibe como real porque aunque las personas “somos conscientes de que somos seres finitos y sabemos que vamos a morir y la pandemia es un temor que se une a esta gran posibilidad”.
En el caso de la Ciudad de México, se canceló un monumental desfile y actividades en las 16 alcaldías, pero se echó mano de las redes sociales y otros espacios virtuales para mantener viva la tradición como el sitio de internet llamado Ofrenda Infinita.
El objetivo del espacio era promover el Día de Muertos para recordar a los que partieron haciendo altares y ofrendas en las casas y compartirlas en las redes sociales mediante fotografías con la etiqueta #OfrendaInfinita.
La Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (ANPEC) estimó que las pérdidas económicas por la cancelación de la celebración en cuanto al mercado de las flores, panificación, artesanías, música, entre otros, “se verán gravemente afectados”, reduciendo a la mitad su oferta y viendo dañadas en más de un 70 % sus ventas.
Para ellos, el covid-19 dio “muerte” a la celebración