Phoenix (AZ), 26 nov (EFE).- Christian Armanti acaba de cumplir 13 años y está por concluir su licenciatura y maestría como neurocirujano. A pesar de su corta edad estudia ingeniería biomédica en la Universidad Estatal de Arizona (ASU) y no solo ha destacado en lo académico, también como mariachi.
“Quiero ser neurocirujano porque me fascina la función del cerebro. Me inspiré durante una exposición y me di cuenta que aún hay muchas partes que no han sido estudiadas. Sé que se pueden solucionar muchas enfermedades del cerebro que aún no cuentan con un buen tratamiento”, dice a Efe Armanti, quien nació en Arizona.
A sus diez años inició sus estudios en el Colegio Comunitario de Mesa (Arizona), donde logró sus asociados en ciencias. Ahora se encuentra en el programa conocido como “tres más uno” en el que obtendrá su licenciatura en dos años y la maestría en uno.
Aunque ya es un estudiante universitario, el pequeño no se siente distinto otros niños de su edad. “La única diferencia es que aprendo más rápido”, dice sin falsa humildad.
TODO UN MARIACHI
Este menor, que acaba de cumplir años el pasado día 22 de noviembre, alterna sus estudios profesionales con la música mexicana, que le permite también unos momentos de descanso, de olvidar lo duras que son las materias que está estudiando en la universidad.
Era muy pequeño todavía cuando descubrió su amor por una cultura mexicana y se animó a ser parte del Mariachi Juvenil de mi Tierra, en el área metropolitana de Phoenix.
Y ese amor por lo mexicano no le viene de sus padres, originarios de Colombia y Venezuela, mezcolanza que le lleva a sentir un gran cariño por varias culturas, pero no olvida que de pequeño su abuela lo arrullaba con canciones mexicanas.
“Mis canciones de cuna fueron las rancheras”, dice.
Ese crisol de culturas lo permite entender el fenómeno migratorio a su corta edad y ya tiene una opinión muy formada al respecto: “Pienso que la retórica que manejan en Estados Unidos sobre los extranjeros es muy falsa”.
“Aquí piensan que no tenemos la misma capacidad de ser igual o más que otras personas, pero no es así, la mayoría de los doctores que conozco son extranjeros”, indica.
LA ESCUELA NO LE ALCANZABA
Este pequeño superdotado se percató que lo le que enseñaban en la escuela primaria era todo demasiado sencillo para él, a pesar de que los maestros optaron por darle más tareas. “Querían mantenerme ocupado, pero no aprendía más”, recuerda.
“Es cuando mi mamá me sacó de la escuela elemental y llevé mis estudios desde casa, así que rápidamente me registré en la universidad y es cuando sentí que estaba aprendiendo, lo que me hizo sentir un gran alivio, estaba haciendo algo productivo para mí”, afirma.
Armanti asegura que trata de llevar su día a día con “alegría” como cualquier otro niño de su edad y le gusta jugar después de clases, tocar la trompeta y correr junto a su perro, Zeus, en el parque.
“Me gusta hacer esas actividades en mi tiempo libre, me atrae el arte, el teatro, el piano, cantar, pero tengo que enfocar mucho de mi tiempo en organizarme, tengo que tener tiempo extra para la escuela y la música”, comentó el menor, quien se siente halagado cuando le recuerdan su parecido al cantante mexicano Luis Miguel.
Desde su especial situación, Armanti quiere dar un consejo a todos los niños del mundo para que logren sus metas, ya sea en ciencia, medicina, música o cualquier otra profesión.
“Primeramente es tener muy claro lo que uno quiere hacer, luego hacer un plan detallado de cómo llegar a la meta, y al final enfocarse en cumplirlo, nunca distraerse en el proceso”, recomienda.
Y tiene muy claro que este método de trabajo funciona: “Uno puede ser el presidente de un país con enfoque y con plan”.