Miami, 15 ene (EFE).- Más allá de los récords y de que los años 2020 y 2016 hayan igualado como los más calientes del registro histórico, los científicos alertan sobre la “tendencia sostenida y “muy preocupante” de que la Tierra no se enfría desde los últimos siete años y son “imprevisibles” los efectos a largo plazo.
Así lo manifestó el científico español Alfonso Delgado-Bonal, del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA, quien en entrevista con Efe recalcó que ya son visibles los efectos inmediatos en forma de fenómenos meteorológicos extremos cada vez más usuales, aunque las consecuencias a largo plazo son imprevisibles.
“Si sigue esta tendencia, los efectos no los podemos ni siquiera prever o medir, es muy preocupante”, señaló el físico atmosférico, natural de Salamanca (Castilla y Léon).
La Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) difundió el jueves su reporte anual sobre la temperatura del planeta, que reflejó que el promedio global del año 2020 fue 1,84 grados Fahrenheit (1,02 grados Celsius) más caliente que la media entre 1951-1980 que se usa como referencia.
De acuerdo con la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de EE.UU., el año 2020 tuvo una temperatura promedió de 58,77 grados Fahrenheit (14,88 grados Celsius), unas pocas centésimas detrás de 2016, mientras que para la NASA 2020 fue más cálido que 2016, pero por tan poca diferencia que esencialmente se considera un empate.
Pero Delgado-Bonal se hace eco de lo que el reporte de la NASA puso de relieve, esto es, la tendencia de los últimos siete años, los más cálidos desde que se tienen registros (año 1880), y que auguran nuevos récords a batirse a menos que se cambien los hábitos.
GASES DE EFECTO INVERNADERO
“Nuestras emisiones de gases de efecto invernadero no cesan, la atmósfera se sigue calentando y además es un proceso acumulativo”, manifestó el científico.
Por ello, las cuarentenas obligadas en buena parte del planeta por la pandemia del coronavirus, y que según recientes reportes lograron reducir el 10 % las emisiones de gases de efecto invernadero, tienen a la larga un efecto residual en el promedio global de la temperatura del planeta.
De hecho, los confinamientos hicieron posible reducir la contaminación del aire en muchas áreas, permitiendo que más luz solar llegase a la superficie y produjera un cierto efecto de calentamiento.
Delgado-Bonal destacó el consenso de la mayor parte de los científicos sobre el efecto que la actividad humana tiene en la temperatura del planeta, algo que no solo abarca las emisiones de CO2 producto de la actividad industrial, sino incluso la tala de árboles en la selva amazónica.
EE.UU. Y EL CAMBIO CLIMÁTICO
La administración del presidente saliente de Estados Unidos, Donald Trump, será recordada también por desmarcarse en 2017 del Acuerdo de París, que propone la reducción de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y una importante disminución del consumo de energías fósiles.
El próximo presidente, el demócrata Joe Biden, ha prometido que firmará el retorno a este acuerdo tan pronto como entre a la Casa Blanca, y lo hará con una ambiciosa agenda en materia medioambiental que incluye destinar dos billones de dólares para acelerar la transición hacia la energía limpia.
Biden quiere que Estados Unidos, uno de los países con mayores emisiones de gases de efecto invernadero, se ubique al frente de la lucha contra el cambio climático.
“Es un problema de todos y afecta a todos”, destacó Delgado-Bonal en referencia a esta situación.
Un ejemplo de ello es la reducción del hielo en el Ártico, donde en los últimos 30 años ha habido un calentamiento tres veces más rápido que en el resto del planeta, lo cual provoca un “efecto dominó”, explicó el español.
La radiación que llega a la Tierra, prosiguió, se refleja en las nubes, en los desiertos y en el hielo; pero, como en el Ártico “cada vez hay menos hielo, (la luz solar) se refleja menos”, un fenómeno que produce un aumento de la temperaturas, además de una subida del nivel del mar.
En el Ártico, la extensión de la superficie mínima anual de hielo está disminuyendo un 13 % por década, según el informe de la NASA.
MÁS EVENTOS CATASTRÓFICOS
El científico resaltó que el cambio climático va a traer eventos meteorológicos “más frecuentes y de forma más intensa”, como lo fue la pasada temporada de huracanes en el Atlántico, que batió varios récords, entre ellos el número de tormentas con nombre que se formaron (un total de treinta, dos más que en 2005).
De las 12 tormentas o huracanes que tocaron tierra en EE.UU. (Hanna, Beta, Laura, Delta, Zeta, Marco, Cristóbal, Sally, Eta, Bertha, Isaías y Fay), hubo siete que produjeron individualmente daños estimados en más de mil millones de dólares.
Un informe de la NOAA difundido este mes revela que el daño causado por los desastres naturales ocurridos en Estados Unidos en 2020 superó los 95.000 millones de dólares, la cuarta cifra más alta de la historia.
Delgado-Bonal alertó de posibles temporadas ciclónicas como la del año 2020, con las previsibles consecuencias desastrosas para las economías y, lo que es más importante, la pérdida de vidas humanas.