El Paso (EE.UU.), 23 mar (EFE).- Finalizado el mandato de Donald Trump, los habitantes de la frontera entre EE.UU. y México piden al presidente estadounidense, Joe Biden, que detenga los planes para extender el muro concebido para separar a ambos países y que para ellos representa un “símbolo de odio” y de mala vecindad.
Cuando está a punto de concluir la orden de Biden de paralizar durante 60 días la construcción de la valla que Trump pretendía ampliar con la idea de frenar la migración, en la ciudad de El Paso el mensaje es casi unánime: no más muro.
“UN SÍMBOLO DE ODIO”
“Yo creo que la mayoría de la gente aquí entiende que el muro no es más que un símbolo de odio, no es más que un símbolo de la xenofobia que existe en este país, de la ignorancia que existe en este país”, dijo a Efe el comisionado de El Paso, David Stout, cuya propia historia bien puede ilustrar la cercanía entre esta ciudad estadounidense y su vecina Ciudad Juárez, en el lado mexicano.
Stout, quien en el ámbito del condado tiene la autoridad de crear políticas públicas, está casado con una mexicana originaria de Juárez, un ejemplo más de la estrecha relación entre los nacidos y residentes de ambas ciudades.
En su opinión, el muro no sólo es un símbolo “muy feo”, es que además no ha servido nunca para detener a nadie en su intento de cruzar la frontera. “Entre más alto lo construyas, más alta va a ser la escalera que van a construir o más profundo va a ser el túnel que van a excavar”, ilustró.
CASI GEMELAS
A manera de ejemplo, Stout aseguró que alguien que no conozca El Paso y observe desde el aire a ambas ciudades no podrá decir dónde empieza una y termina la otra.
En la misma línea se pronunció el director del Centro de Trabajadores Agrícolas, Carlos Marentes, para quien entre El Paso y Ciudad Juárez existe una “comunidad fronteriza”.
“Si vemos las estadísticas de las muertes en Juárez con las estadísticas de las muertes en El Paso, ahí vamos. Vamos con menos de 3.000 muertes en Juárez, menos de 3.000 muertes en El Paso. Hay una correlación, porque somos una frontera. No se puede dividir la vida de las fronteras”, apuntó Marentes.
Para este activista, “la pandemia, más que el muro, ha dividido a una comunidad que tenía una dinámica productiva”.
Y al referirse a la cerca, Marentes la considera “una ofensa”, que en Estados Unidos se pretende vender como una forma de protección pero que en realidad es un “símbolo de despotismo y arrogancia” y una forma de tratar mal al país vecino.
En el día a día de esta ciudad, los vínculos con sus vecinos mexicanos saltan a la vista.
La mayoría de los habitantes de El Paso son bilingües -muchos nacidos en Ciudad Juárez- y el español tiene un marcado acento mexicano.
Por el puente internacional Paso del Norte son numerosas las personas que atraviesan desde el lado mexicano e ingresan a Estados Unidos, aunque, debido a las restricciones por la pandemia, se trata en su gran mayoría de residentes o estadounidenses que retornan a sus hogares.
A quienes no poseen visa o no residen en el país se les impide la entrada, ya que la frontera permanece cerrada a las actividades no esenciales.
Para Oswaldo, un mexicano que es conductor de Uber en El Paso, ese cierre se ha traducido en meses sin que sus familiares puedan venir a visitarlo, aunque él sí lo ha hecho.
UNA CONVIVENCIA PROPIA DE LA FRONTERA
Desde Laredo, otra ciudad de Texas situada al sur de El Paso, Tricia Cortez, de la organización No Border Wall, señala que el sentimiento frente al muro es el mismo.
Cortez explicó que aunque el domingo concluyó el período de 60 días que el Gobierno de Biden otorgó para evaluar las obras del muro y las consecuencias de su suspensión, no ha finalizado el plazo para paralizar temporalmente el proyecto.
“Los contratistas que recibieron ese dineral para destruir y construir el muro todavía no se han ido y no más están ahí esperando, y nosotros por el otro lado seguimos con las mismas peticiones de cancelar permanentemente los contratos para el muro”, afirmó.
La activista explicó que lo que también piden es que se suspendan las acciones para confiscar terrenos por los que avanzaría el trazado del muro.
Y lamentó que mientras los residentes de esta zona están a la espera de la decisión de Biden y de su secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, contemplan cómo los líderes republicanos están haciendo “un gran teatro político” con una supuesta crisis en la frontera con los niños inmigrantes como una estrategia para avanzar en su agenda política.