Si resulta tremendamente difícil comer una sola pipa o una única patata frita, con las series nos ocurre algo similar. Aunque tengamos la intención de ver solamente un capítulo antes de irnos a dormir, no es raro encadenarlo con un segundo, un tercero o incluso alguno más. Una psicóloga explica qué mecanismos nos empujan a hacerlo.
+++ “Normalmente, la adicción a las series influye en el trabajo y en las relaciones sociales, que se descuidan cada vez más, pues se dedica gran parte del día al consumo de este material”, apunta la psicóloga Macarena del Cojo.
+++ “Por la noche, estar tanto tiempo expuestos a la luz de las pantallas hace que no generemos melatonina, que es la hormona encargada del sueño, por lo que tendremos dificultades para dormir”, advierte la especialista.
+++ Nos apuntamos a ver un capítulo tras otro de la serie por “la ‘ley de cierre’, que hace referencia a una norma psicológica por la que nuestro cerebro tiende a completar los estímulos que faltan buscando la mejor organización posible”, indica la psicóloga.
Cuando se avecina la época navideña, van llegando a las plataformas las nuevas temporadas de series de éxito como “The Witcher”, “Succession” o “Dexter”, o esperados estrenos como “Foundation”, basada en las novelas de Isaac Asimov.
¿Hablamos de adicción?
“Es evidente que nos ponen en bandeja el consumo masivo de las series, están al alcance. La temporada se cuelga normalmente de golpe, por lo que en una semana podemos ventilarnos todos los capítulos sin pestañear. Ante la duda de seguir viendo un capítulo más, el siguiente ya ha empezado. Ahí acaban de decidir por ti. El mensaje de fondo es: no lo pienses, hazlo”, señala. Para la experta, hablar de adicción puede resultar “algo osado”. Y aclara: “Sin llegar a ser una dinámica adictiva, sí podemos hablar de un consumo compulsivo. Esto es un consumo masivo, con cierta pérdida de control y con la presencia de un patrón obsesivo de fondo. Esto sí es habitual. Ver series, hábito que en sí mismo no es perjudicial, se convierte en algo peligroso cuando pasa de ser un deseo a una necesidad, cuando atenta a la capacidad de elegir, a la libertad”.
Ver una serie al final del día para desconectar, ¿sí o no?
“Tener la capacidad de desconectar para relajar la mente es estupendo y necesario. Necesitamos entrar en casa y dejar el trabajo en el felpudo, desconectar el móvil, dejar de lado las preocupaciones para centrarnos en el ahora. Todos ellos son buenos hábitos. El problema viene cuando aprendemos a gestionar nuestras emociones desde la evasión, cuando nos instalamos en la distracción como manera de negación. Las pantallas nos ponen en bandeja esta anestesia emocional tan apetitosa, no sólo a los adultos sino a los niños. Ya sabemos que los móviles solucionan rabietas, momentos de frustración o aburrimiento del niño. Los adultos podemos pecar de lo mismo, recurriendo a las pantallas para aliviar emociones como la tristeza, el vacío, la desesperanza, la frustración o la soledad”, explica @cuentaseloalucia. Todo depende del uso que se haga. “Depende de la flexibilidad de nuestros hábitos, una conducta es sana cuando se vive como un deseo no como una necesidad, cuando no es rígida, cuando nos permite seguir siendo libres. No se trata de demonizar el consumo de series, sino de reflexionar acerca de nuestros hábitos para hacerlos más saludables”.
Es como si la prota fuera mi amiga
Me identifico con la protagonista, como si fuera mi amiga... Esta afirmación no es una broma. “La evasión se cristaliza, en parte, en hacer propia una realidad ajena, en este caso, vivir en primera persona la historia de unos personajes ficticios. Esto puede ocurrir con el consumo de series pero también de novelas, realities, pornografía, videojuegos”, explica la psicóloga. Tradicionalmente, “muchas mujeres, ante la frustración de sus experiencias, han acudido a la novela rosa para vivir historias de amor añoradas. Hay personas que ven La isla de las tentaciones y llegan a vincularse emocionalmente con unos participantes que no conocen… Focalizarse en realidades ajenas o inventadas puede ser una forma de evasión, y eso puede indicar la existencia de conflictos intrapersonales a trabajar”, indica.
No acaba de gustarme, pero voy a verla
A este consumo en modo atracón de series, o binge-watching, hay que añadir la vertiente purge-watching, es decir, tragarte una serie hasta el final, aunque no te esté gustando. Y es que las series se ven para disfrutarlas… y comentarlas. Nos ayudan a sentirnos parte de una comunidad. “Esto ya ha sucedido antes. Te podías quedar fuera de ciertos grupos si no fumabas, si no bebías, si no tenías hijos de los que hablar, si no ibas a exposiciones de arte. El ser humano tiene un profundo deseo de pertenencia, por eso buscamos sentirnos identificados. Tener hábitos parecidos, consumir el mismo tipo de experiencias, de series en este caso, proporciona esta similitud entre las personas que aumenta la sensación de pertenencia al grupo”, afirma Lucía Pérez. Y concluye: “Nos olvidamos, quizá, de la riqueza de incluir la diferenciación en nuestra manera de relacionarnos. Sentir que pertenecemos a un grupo, a un sistema familiar, a una cultura, sin tener que vivir de la misma forma, es una manifestación maravillosa de libertad real”.