Tucson (AZ), 31 mar (EFE).- El bolsillo de las familias hispanas de bajos recurso está seriamente afectado por el alza de un promedio del 17 % en las rentas de vivienda en Estados Unidos, y algunos se han visto forzados a tener más de un empleo para cubrir ese aumento que amenaza con dejarlos literalmente en las calle.
Cada vez que Gabby Domínguez sale a la calle no puede evitar buscar alguna casa en renta que esté “más barata”.
La hispana explicó a Efe el año pasado pagaba 425 dólares mensuales por una casa de una habitación en Tucson (Arizona) y ahora paga 1.100 dólares.
Como muchas familias en Arizona y en país, esta madre soltera está sufriendo por “apenas” sobrevivir y cubrir el desmedido incremento.
Para poder pagar su renta se ha visto forzada a tener dos empleos: en un supermercado y limpiando oficinas. No obstante, asegura que esto apenas es suficiente para cubrir sus gastos esenciales, algo que siempre la tiene intranquila y “con el Jesús en la boca”.
“Mi mayor temor es perder mi trabajo. ¿Qué pasa si me reducen horas, si vuelve a pegar duro la pandemia? Sería lo peor que me podría pasar. Tengo mucho miedo”, dijo.
La situación se ha visto agravada por el aumento en los costos de la gasolina, la comida y otros productos esenciales.
De acuerdo con Realtor, una importante fuente sobre bienes raíces en EE.UU., en febrero pasado el costo del alquiler en el país alcanzó un récord de 1.792 dólares mensuales en promedio, un aumento de 17 % respecto de 2021.
Detalla que en los últimos siete meses se ha registrado un alza continua en el costo de alquiler de viviendas en el país, especialmente California, Nueva York, Florida y Arizona.
“Estamos viendo un mayor impacto entre aquellas familias de bajos recursos, discapacitados y quienes viven en nuestros barrios hispanos”, dijo a Efe Roxy Valenzuela, quien trabaja con organizaciones que ayudan a familias que están por perder sus viviendas.
MÚLTIPLES FACTORES
La pandemia es uno de los factores, muchas familias perdieron sus ingresos, sus empleos, pero también “hay grandes empresas aprovechándose y comprando apartamentos y casas para de un mes al otro incrementar el costo de la renta, en algunos casos hasta en un 50 % de un mes al otro”, dijo Valenzuela.
Señaló que el mayor problema es para aquellos sin un contrato que los proteja de los incrementos desmesurados. “Sin duda también hay dueños de casas que se están aprovechado para aumentar la renta”, abundó.
El problema se agrava debido a que muchos dueños de viviendas están dejando de aceptar programas de asistencia económica gubernamental para familias de bajos recursos como la popular Sección 8, que cubre gran parte del costo de la renta.
Valenzuela indicó que cada vez son más los apartamentos en Arizona para cuya renta no se acepta este subsidio, lo que deja indefensas a familias que cuentan con ese apoyo pero no encuentran una vivienda que acepte el programa.
“También tenemos el serio problema de que los gobiernos locales han dejado de construir viviendas accesibles para personas de bajos recursos”, expuso.
Varios estados buscan controlar la situación, como California, en donde entró en vigor a principios de año una nueva ley estatal que limita el aumento de las rentas anuales a un 5 % por encima de la inflación anual durante los próximos 10 años.
En Arizona actualmente se discute una propuesta similar en la Legislatura estatal, pero hay pocas esperanzas de que sea aprobada.
DISCRIMINACIÓN EN LA VALUACIÓN DE VIVIENDAS
Las dificultades para los latinos y otras minorías se extienden a la compra de vivienda.
Esta semana el congresista Jesús “Chuy” García, demócrata por Illinois, señaló en una audiencia que “la discriminación contra los latinos en el proceso de valuación inmobiliaria representa un daño grave para nuestra comunidad y contribuye a la creciente brecha de riqueza en nuestra nación”.
“Las comunidades de color merecen la oportunidad de comprar o vender una casa a precio justo para generar riqueza. Debemos tomar medidas para que las comunidades latinas y afroamericanas no se vean defraudadas por un sistema discriminatorio que tiene como objetivo mantener a los vecindarios como los que represento segregados y desvalorizados”, acotó.
Por lo pronto Domínguez vive “día a día” con su hijo. Su contrato de arrendamiento termina en junio y teme que el dueño quiera aumentar aun más la renta.
A Domínguez le llegó en octubre pasado una notificación de que su renta aumentaría a 750 dólares por una casa que necesitaba varias reparaciones, incluyendo la del techo que goteaba cuando llovía.
El casero le pidió desalojar cuando ella se quejó y le dijo que sí pagaría la renta si reparaba la casa.
Domínguez, que solo pudo encontrar una casa por 1.100 dólares mensuales, dijo que en los más de 15 años en Tucson nunca había visto las rentas tan caras.
Tradicionalmente las rentas en Tucson, especialmente en los barrios hispanos, eran más baratas.
“No tengo familia con quien pueda ir a vivir. Si me aumentan más la renta la verdad no sé qué voy hacer. Mi hijo inclusive me ha dicho que piensa dejar sus estudios para ayudarme a trabajar, pero eso no lo puedo permitir. Me tocaría buscar quizás un tercer empleo”, finalizó.