Mérida (México), 3 mar (EFE).- Más de un centenar de tesoros subacuáticos encontrados en cuevas inundadas, cenotes, rejoyadas, ríos, lagunas y sistemas kársticos en el sureste mexicano durante la construcción del Tren Maya se exhibirán este año en el nuevo Gran Museo de Chichén Itzá y el de la Costa Oriental en Tulum.
“Encontramos una estela, incensarios, cuchillos, ornamentos, sellos, sellos con grecas, vasijas, vertederas, ofrendas, piezas de cerámica y lítica, así como muebles, estructuras y varias decenas de elementos arqueológicos”, contó este sábado a EFE la investigadora Helena Barba Meinecke.
La investigadora, responsable de la Oficina Península de Yucatán de la Subdirección de Arqueología Subacuática del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), aseguró que los turistas verán piezas inéditas descubiertas durante la construcción del Tren Maya, obra prioritaria del presidente Andrés Manuel López Obrador.
“Se exhibirán otros artefactos para que entiendan que la prehistoria empieza en la península de Yucatán cuando estaba bajo el agua y cómo evolucionó pasando por los mayas y la Guerra de Castas”, reveló.
Barba Meinecke recordó que los trabajos de arqueología subacuática comenzaron en 2020 “en plena pandemia” con la verificación de vuelos Lídar (escáner láser) en los tramos del Tren Maya.
El equipo prospectó cuevas, cenotes y sistemas kársticos, es decir, sistemas con formación de caliza.
“En menos de dos años hicimos cuatro veces más de lo que se hizo en 10 años, porque los presupuestos que tenía el INAH para la exploración en sistemas kársticos, cuevas y cenotes eran muy bajos”, aseguró.
Entre los tesoros subacuáticos descubiertos destaca una canoa hallada en una cueva inundada en la comunidad de San Andrés, cerca de Valladolid, Yucatán.
“Es la primera en su tipo, pues ya se habían encontrado canoas en cuevas en Oaxaca y en otros sitios de la zona maya, pero nunca dentro de una cueva bajo el agua”, comentó.
La canoa de San Andrés puede estar asociada a un entierro humano, “posiblemente femenino”, ya que en el sitio hay restos de huesos, elementos de uso de animales como armadillo y águila que tienen que ver con la cosmovisión maya.
“La canoa no fue hecha para navegar, sino como ofrenda ritual para petición de lluvia o algo relacionado con la agricultura”, explicó.
La canoa seguirá sumergida porque si intentan “extraer la canoa sin las consideraciones para su conservación, se empezará a deteriorar en el minuto uno”.
A ese hallazgo se suma, en el mismo sitio cercano a Chichén Itzá, un pozo de 50 metros de profundidad en cuyo interior había esqueletos y ofrendas.
Unos metros más adelante, el equipo de Barba Meinecke encontró unas rejoyadas “que son formaciones que se inundan de manera estacional”.