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November 14, 2024

“Hicieron trampa, la peor trampa del mundo”, lamenta una venezolana tras cruzar el Darién

Un migrante camina vistiendo una prenda impresa con la bandera de los Estados Unidos en la Estación Temporal de Recepción Migratoria (ETRM), este jueves en Lajas Blancas, Darién (Panamá). EFE/Bienvenido Velasco

Lajas Blancas (Panamá), 26 sep (EFE).-  Los venezolanos siguen siendo mayoría entre los migrantes que atraviesan la selva del Darién, la frontera natural entre Panamá y Colombia, rumbo a Norteamérica, y algunos de ellos hablan de “la peor trampa del mundo”, después de que el pasado 28 de julio en las elecciones en Venezuela se proclamó, sin que se difundieran las actas, la victoria del mandatario Nicolás Maduro.

“Ay, hicieron trampa, la peor trampa del mundo”, decía este jueves a EFE la venezolana Johanna Calanche, de 23 años, junto a su pequeño de 4, instalados en una cabaña de madera en un centro panameño de recepción de migrantes, a donde se llega en canoa por el río Tuquesa tras cruzar durante varios días la selva.

La joven explica que durante la jornada electoral en Venezuela apoyó en la logística a la oposición preparando comida, y que como “no querían dar los resultados”, se retiró cansada y se acostó.

“Y lo que escuché fue como a la 1 de la madrugada que mi esposo me tocó los pies y me dice: ‘Negra, nos vamos a tener que ir otra vez’. Y le digo, ‘¿por qué?’ ‘Porque perdimos’”, recuerda.

Habían migrado a Chile, Ecuador, Perú y Colombia, y con el revés de los comicios tras volver a Venezuela, tomarían ahora rumbo al norte, hacia Estados Unidos.

Migrantes venezolanos descansan en la Estación Temporal de Recepción Migratoria (ETRM), este jueves en Lajas Blancas, Darién (Panamá). EFE/Bienvenido Velasco
Crisis política y migratoria, unidas

 

El presidente de Panamá, José Raúl Mulino, centró esta semana su discurso ante la Asamblea General de la ONU en la crisis migratoria en el Darién, y su relación con la situación política y económica en otros países como Venezuela, por lo que advirtió que no se puede solucionar un problema sin resolver el otro.

Pero esta crisis viene de lejos, y desde hace años se ha visto reflejada en el número de venezolanos que atraviesan el Darién, que son mayoría.

En 2023, se produjo el récord histórico de migrantes que atravesaron el Darién, con más de 520.000, el 63% de ellos fueron venezolanos, según datos oficiales proporcionados por las autoridades panameñas, un porcentaje que se mantiene tras la crisis electoral del pasado julio.

En agosto, el último mes con datos completos, Panamá registró 16.603 llegadas, de los cuales el 70% eran venezolanos, mientras que en agosto de 2023, de los 81.946 migrantes que atravesaron el Darién, el 76% eran del país suramericano.

Estos datos reflejan una abrupta caída de casi el 80% en el número de migrantes que cruzaron el Darién entre agosto de 2023, el mes con más llegadas en un año récord, y agosto de este año.

El Gobierno de Panamá atribuye este descenso a las medidas adoptadas para reducir el flujo migratorio desde su llegada al poder y estima que en 2024 unos 320.000 migrantes atravesarán esta selva —con más de 260.000 ya en lo que va del año—, lo que representa una reducción del 38% frente al récord de 2023.

Entre las medidas implementadas se incluyó el cierre de algunas trochas con alambradas y un acuerdo con Estados Unidos, firmado el 1 de julio, en el que Washington se comprometió a financiar vuelos de repatriación con un apoyo inicial de 6 millones de dólares.

El primer vuelo, con destino a Medellín, partió el 20 de agosto con una treintena de migrantes colombianos deportados. Desde entonces, al menos 12 vuelos han repatriado a 473 migrantes de Colombia, Ecuador e India, mientras que los venezolanos continúan sin ser deportados debido a la falta de acuerdos entre Venezuela y Panamá.

Yoani Briceño una migrante de 19 años, carga a su hija Maya Tovar de 1 año en la Estación Temporal de Recepción Migratoria (ETRM), este jueves en Lajas Blancas, Darién (Panamá). EFE/Bienvenido Velasco
Miedo a las deportaciones

Los migrantes no ocultan el miedo a la deportación, un temor que no existía en el pasado, cuando en general todos continuaban sin trabas su camino hacia Estados Unidos. Algunas familias han sido separadas. Franyelis Córdoba es venezolana, su pareja Brayan Pineda, colombiano.

Córdoba detalla que incluso fueron a un notario antes de iniciar su viaje para demostrar que vivían juntos en Colombia, pero que cuando llegaron al centro de migrantes, a Pineda le quitaron su documento de identidad, se lo llevaron y tras un examen biométrico le dijeron que regresara a la mañana siguiente.

Pero “en la tarde lo vinieron a buscar, que recogiera todas sus pertenencias, y se los llevaron en un camión, sentados como si fueran unos delincuentes”, relata, lamentando que su pareja, futbolista sin ningún antecedente criminal, asegura, hizo el viaje por el Darién porque ella no podía tomar un avión por venezolana.

La pareja de colombianas Laura Valentina Pérez, de 22 años, y Yuru Yiseth Rubio, de 32, también dicen que a ellas las tuvieron “más tiempo de lo normal” durante los controles de seguridad de migración, temiendo una posible deportación.

Dejaban pasar a las familias, y a ellas no. “Nosotras incluso nos sentimos discriminadas porque igualmente las dos estábamos pasando como pareja”, explica a EFE Pérez.

Están instaladas en la entrada de una pequeña tienda de campaña, sudorosas bajo el sol de la mañana, después de haber dejado Colombia, un país donde hay “muchísima discriminación” hacia los homosexuales.

“El tema de que te estén persiguiendo, el tema de que quieran abusar de ti porque (estás con) un sexo igual al tuyo, porque piensas diferente, todo eso nos hizo huir”, sentencia Rubio.