México, 22 oct (EFE).- El fallecimiento este martes de Fernando ‘Toro’ Valenzuela ha dejado a México sin uno de sus tres deportistas más grandes de la historia, un hombre que fue adorado como una estrella de rock y en sus mejores días paralizó al país.
Con su mítico lanzamiento de tirabuzón, que acompañó con una recta poderosa y una curva con veneno, Valenzuela fue héroe de la victoria de los Dodgers de Los Angeles sobre lo
en la Serie Mundial de 1981 en la que ganó el premio ‘Cy Young’ al mejor lanzador de la temporada y el trofeo de novato del año.
Nacido en noviembre de 1960 en Etchohuaquila, Sonora, ‘el Toro’ firmó a los 19 años con los Dodgers, para en 1981 romper los moldes, al aprovechar todas las oportunidades, entre ellas la de abrir el partido inaugural de la temporada, en el que blanqueó a los Astros de Houston.
Ganó siete juegos más y al llegar a 8-0 provocó un estremecimiento en México, donde la hora de cada partido de los Dodgers fue como llamada a misa para millones de sus compatriotas que detenían todo para verlo, con su elegante estilo de mirada al cielo antes de cada lanzamiento.
La ‘Fernandomanía’ le llamaron a aquel fenómeno de masas, que llegó a su máxima expresión cuando el mexicano brilló en la Serie Mundial.
Hombre de pueblo, humilde, pero con una personalidad con la que intimidó a sus rivales, Valenzuela logró otras proezas, entre ellas la del 29 de junio de 1990 cuando le lanzó un cero hit, cero carrera a los Cardenales de San Luis, con siete ponches propinados.
En 17 temporadas en Ligas Mayores, Valenzuela ganó 173 juegos con 153 derrotas y un promedio de efectividad de 3.54 carreras limpias permitidas por juego, con 2.074 ponches.
Eran los tiempos en los que el béisbol sobresalía por la vivacidad, las jugadas bellas e inteligentes, toques de bolas, robos de bases, corrido y bateo y los grandes héroes se burlaban de las estadísticas y tendencias que hoy llaman ‘sabermetría’ y robotizan al juego.
Las hazañas de Fernando sólo son comparadas en el deporte profesional de México con las del goleador Hugo Sánchez, con cinco premios Pichichi en el fútbol de España, y el boxeador Julio César Chávez, campeón mundial en tres divisiones, quien ganó sus primera 87 peleas.
Nacidos en un plazo de cuatro años, Hugo en 1958, Valenzuela en 1960 y Chávez en 1962 pusieron a México en lo más alto del deporte mundial y entre ellos tuvieron una amistad más allá de las comparaciones.
Como si las energías del béisbol se alinearan para rendir homenaje al momento cumbre de Fernando, el próximo viernes los Dodgers y los Yanquis jugarán la Serie Mundial, lo cual dejará entre los mexicanos la sensación de que su héroe no se ha ido a ningún lado.
Más que estar en un cielo, como en los viejos tiempos se empeñarán en verlo mirar a las estrellas después de cada lanzamiento.