Tradiciones mexicanas representadas en el arte popular
Por Mary J. Andrade

San José, CA. agosto 3, 2025 – Ocho esculturas gigantes que forman parte de la exposición “Alebrijes en San José” estarán instaladas en el Parque Plaza de César Chávez desde del 8 de agosto hasta el 28 de septiembre de este año. La exposición forma parte de una gira más amplia llamada “Alebrijes y Nahuales: Animales fantásticos de México”.
La exhibición está vinculada al Festival de Jazz de San José (San José Jazz Summer Fest), durante el cual los alebrijes se exhibirán por primera vez del 8 al 10 de agosto. El Museo de Arte de San José (San José Museum of Art) será anfitrión de un evento especial “Noche de Alebrijes Gala” que se realizará el miércoles 6 de agosto en el museo con una vista previa de una de las esculturas.

Dado que esta exposición trae a la ciudad una obra de la familia Linares, así como la de varios artistas, considero que es el momento apropiado para compartir con nuestros lectores los aspectos más destacados de la entrevista que le realice a don Pedro y Felipe Linares, hace un poco más de cuatro décadas. Fue en 1989, en uno de mis viajes a México durante la temporada de Día de Muertos, que pude agendar un encuentro con ellos.
El taller de la familia Linares está ubicado en el tercer piso de la vivienda que ocupan. Se llega a él subiendo por una escalera de metal. Don Pedro, a pesar de sus 85 años, la subía con mucha ligereza, parecía que la perspectiva de dedicarse a crear ponía alas a sus pies.
Alebrijes, calacas, piñatas y nacimientos se mezclaban, inconclusos, en el piso de la azotea desafiando la creatividad y dedicación de los dueños del taller. Alas, colas, caras traviesas y miradas pícaras son sinónimos de sus alebrijes. Es indiscutible que el movimiento y la picardía que se observa en las piezas que elaboran persiguen al que cae bajo su hechizo. En mi caso, fue en una tienda especializada en artesanía, en Oaxaca, donde estas figuras llamaron mi atención. Tuve que esperar varios meses antes de establecer contacto con don Pedro y Felipe Linares, para realizar la entrevista y poder admirar de cerca las distintas figuras.
Los Linares se han inspirado en las actividades diarias de los habitantes de la ciudad. Crean todo el año, ya que al terminar un festejo se inicia un nuevo periodo de labores para ellos. La demanda de cada temporada pone a trabajar a los miembros de esta familia de 12 a 14 horas al día.

Diseñado en papel maché, el trabajo de don Pedro Linares López y su familia es presentado en museos nacionales e internacionales, como una muestra de la creatividad de estos mexicanos, quienes por años han dado paso libre a su imaginación, creando figuras que van desde lo extremadamente cómico hasta lo grotesco, dependiendo de la temporada en que se encuentren.

Nativo de la Ciudad de México, don Pedro Linares de 85 años de edad, patriarca de esta familia de artesanos, recordaba los años difíciles cuando para ganarse el sustento, complementaba su trabajo de albañil con el de hacer figuras especiales de Judas para la Semana Santa y de piñatas para la época navideña.
Los Judas consistían en figuras gigantes hechas de cartón, que se confeccionaban representando generalmente a un político, que había traicionado las esperanzas puestas en él por el pueblo. El Sábado de Gloria, a las diez de la mañana, el judas que representaba a un servidor público era quemado ante la mirada alborozada de grandes y chicos.
Esta tradición, en la cual participaban los dueños de los negocios, ya que eran ellos quienes compraban las figuras llenas de cohetes, estaba declinando durante los ochentas, “en primer lugar por el alto costo que demandaba su confeción y por la prohibición dada por la Ciudad de que se quemen en público”, señaló Felipe Linares.
Desde su casa en el barrio de San Nicolás, localizada detrás del Mercado Sonora en el Distrito Federal, lugar donde vivió toda su vida, don Pedro vio declinar muchas tradiciones, al mismo tiempo que la necesidad de subsistir y su imaginación lo llevabaron a crear figuras originales. Él aprendió el trabajo de su padre, José Dolores Linares, nativo del Estado de México, trasmitiendo más tarde sus conocimientos y creatividad a sus hijos Enrique, Felipe y Miguel y a sus nietos Leonardo, David y Felipe.

Felipe Linares comenzó a trabajar con su padre cuando tenia ocho año de edad; él salía a las calles a vender las piezas que colgaban de un palo, en forma exagonal: los Judas en Semana Santa y las piñatas en Navidad.
“En esa época nuestra forma de vida era muy difícil, ya que las figuras que mi padre hacía, se vendían muy baratas y se trabajaba en ellas solamente por temporadas. Antes se hacían las piñatas sobre una olla de barro. Se les ponía una cabeza, las manos y los pies se hacían de papel. Las cabezas las diseñábamos nosotros, eran esas caretas, que salíamos a vender en las calles”, comentó don Felipe al recordar sus largos recorridos por las calles de la ciudad.
Pedro Linares, conocido también por muchos como uno de los famosos y legendarios cartoneros, comentaba que sus figuras de alebrijes nacieron de una visión que tuvo en una ocasión, cuando se encontraba gravemente enfermo. Durante esa experiencia vio dragones con dientes afilados y ojos saltones que volaban acechándolo. Esa visión lo llevó a iniciar cambios en sus diseños, y hacia 1945 surgio la idea de remplazar la cabeza de los Judas por las de dragones. “Para 1950 habíamos completado nuestra transición hacia las figuras de los animales, el engrudo y el papel se transformaban en monstruos exhuberantes. Mi padre los creó, dándoles características únicas, a lo que hoy se conoce como los alebrijes”, comentó Felipe Linares.

Y fue precisamente en las calles, cuando se ofrecían al público, que los alebrijes despertaron el interés del entonces Director del Museo de Arte Popular, quien compró todas las figuras confeccionadas hasta esos momentos.
Este fue el inicio de una demanda que no se detiene y que más bien crece día a día, al ubicarse las piezas de la familia Linares en galerías, museos y boutiques.

La demanda del trabajo de los Linares se relaciona con las festividades de las temporadas. En septiembre hacen caricaturas de los heroes de la Independencia Mexicana y en octubre se dedican exclusivamente a las figuras de Día de los Muertos, terminando el año con piezas alusivas a la Navidad.
La originalidad de las famosas calacas es indiscutible y el sello que esta familia les imprime a sus diseños es fácilmente reconocible.
El volver a aquella entrevista, a través de las palabras de Pedro y Felipe Linares nos recuerda que los alebrijes son mucho más que simples figuras de colores. Son la prueba de que el arte popular es un tesoro que ha evolucionado con el tiempo, pasando de una generación a otra. La exhibición en San José no solo celebra el legado de don Pedro Linares, quien soñó estas criaturas fantásticas, sino que también honra el talento de su familia y de muchas familias más que, con sus manos, dan vida a un legado cultural que hoy el mundo entero puede apreciar y disfrutar.