Por: Luis Manuel DE LA TEJA
Mauricio Herrera es una historia verdaderamente singular del mundo del espectáculo mexicano, pues a sus 91 años recién cumplidos, no solo pisa de nuevo un escenario sino que lo hace con un monólogo para dos, una reseña, una función muy especial en una conversación muy reveladora con Alejandro Herrera hijo de Mauricio y el motor detrás de este proyecto llamado, Aquí entre dos.
Se presenta como una oportunidad única para explorar la vida y el inmenso legado de Mauricio pero no como un museo, sino como algo vivo contado a través de sus anécdotas.
Esa dinámica, padre hijo, que ahora se traslada a las tablas, no es un homenaje póstumo es un homenaje en plena actividad.
El punto de partida inevitable es la edad y las ganas a los 91 años. Alejandro Herrera comparte en la charla que desde que su padre terminó la obra Sugar, justo antes de que todo se detuviera por la pandemia, no ha parado.
Es realmente notable esa pulsión creativa pues el monólogo a dos voces exacto, muy íntimo en el teatro Rafael. Imaginemos una sala de estar, dos sillones, una chimenea, un piano vertical y ahí padre e hijo charlando, desgranando la biografía de Mauricio pero no como una lectura sino como una conversación viva, sí la reseña detalla un poco esa dinámica escénica.
El monólogo narra un poco de su carrera que es larguísima, más de 70 años y sus inicios que pocos se imaginan, hasta detalles de sus obras más nuevas.
Será apadrinada por Arath de la Torre Sergio Ochoa y su otro hijo Claudio Herrera, una mezcla interesante de generaciones. Este trío tienen otra obra juntos recién estrenada con un toque de comedia.
Mauricio Herrera, estudió para arquitecto y termina siendo un pilar de la comedia en México. Alternó su carrera de Arquitectura en la UNAM de la cual se tituló a los 10 años de cursarla puesto que estudiaba simultáneamente actuación. Profesión que ejerció en serio, construyó como la fachada y el estacionamiento de Liverpool Insurgentes y participó en 30 proyectos más.
La pregunta es como una formación de arquitectura pudo influir en su comedia aunque parecen mundos opuestos.
La arquitectura requiere precisión, disciplina, y la comedia parece más fluida, espontánea pero quizás no son tan opuestas, tal vez esa disciplina, esa capacidad de estructurar ideas, de ver el plano general le sirvió para construir sus personajes, sus rutinas.
Habla mucho de la disciplina que le inculcó su padre. Era ingeniero civil. Lo crío en Veracruz, con una rutina súper estricta. Se levantaba a las 5 de la mañana con baños de agua fría. Dice. D. Mauricio, eso, terminó de marcar su vida, vivir en Coatzacoalcos.
La profesión le dio un método; no solo ocurrencia. ES saber construir el chiste, el timing, la palabra exacta. Mucho de su humor es juego de palabra, requiere ser ingenioso. Por eso se le conoce en el medio de la comedia como el arquitecto del chiste.
Y mientras, Mauricio Herrera estrenará este monologo aquí entre dos, con su hijo Alejandro, ambos en escena, ya está preparando otro monólogo acerca de su vida, una vida con datos autobiográficos, contando historias, éxitos, accidentes, todo con humor en hora y media. Todo escrito y dirigido por él obviamente.
Pero también su otro hijo Claudio le reserva otra sorpresa. Apadrinará la obra de su padre; junto a Arath de la Torre y Sergio Ochoa, ahí viene lo interesante, este trío que acaban de estrenar su propia obra, se llama Un toque de comedia o también le dicen los Marihuanólogos.
El título ya da de que hablar, te imaginas por dónde. La escribió Sergio Ochoa, trata de tres tipos que consumen cannabis y están en una conferencia, que bueno, se sale de control. Un tema muy actual tratado en comedia. Dicen que es comedia ligera, relajada. Se estrenó hace poquito.
Es un cruce generacional y temático muy interesante. Esto nos hace pensar: ¿Cómo hablan entre sí estas dos comedias? La comedia de Herrera más basada en el ingenio de la palabra, en la experiencia y esta otra que uso un tema actual como el cannabis. Un tema sensible y social con esa dosis para generar humor.
Estas dos obras, plantean la pregunta de: ¿Cómo evoluciona el humor, qué temas sensibles se pueden tocar entre sí? y ver a Claudio Herrera ahí en medio apoyando a su padre y al mismo tiempo explorando esta otra beta cómica, es como un puente generacional entre la tradición y la transmisión a lo nuevo. Ambas obras darán de que hablar.