Por Julie Sopetrán

Guadalajara, España, sept. 30, 2025 – Siempre digo que todos los seres humanos, debiésemos vivir por lo menos un año fuera de nuestro entorno habitual. Para conocer, aprender, apreciar lo que tenemos y lo que somos en el tiempo y en el espacio de este Planeta Tierra. Pero sobre todo para sacudirnos el polvo de la arrogancia y conocer más al otro, al que vive a nuestro lado en cualquier parte del mundo. Ese, bajo mi punto de vista, sería el aval más válido para darnos un carnet de identidad.
Yo he sido emigrante en Estados Unidos. Y siempre defendí que no era “minority”, no soporto el mal uso de la Lengua, cada día, por lo menos, intento aprender a usarla bien. Ya escribí un artículo al respecto sobre el mal uso de la palabra minoría en todo el área de San José y San Francisco. Considero que la palabra “minority”, es una cuestión de semántica, usada para discriminar.
Ahora que vivo en España y es tan difícil conocer el número de emigrantes que cada día entra por nuestras costas. Veo que el español tiene que afrontar un problema cada vez más intenso y problemático. Y todo aquello que se criticaba de Estados Unidos, ahora se vive en la propia sangre. Pero ese sería un tema aparte, el de la discriminación.
Las pateras que nos vienen de Africa aumentan cada día nuestras poblaciones. Y a la vez miramos con dolor los desaparecidos en el mar de las costas andaluzas y el archipiélago canario. Hombres, mujeres y niños tragados por el mar en esa búsqueda de la libertad. El viaje es muy peligroso y caro, pues a cada uno les cobran hasta dos, tres mil euros por alcanzar, la mayor parte de las veces, la muerte. Cada día mueren, luchan por llegar a la costa y la mayoría son de Marruecos y países subsaharianos. Por otro lado nos llegan de Sudamérica sin visados, entran como turistas por un período de 90 días, tiempo suficiente para quedarse a buscar trabajo. Países de la Unión Europea, que según el Tratado de Schengen, sólo necesitan el Documento Nacional de Identidad para circular libremente por Europa, excepto en el Reino Unido e Irlanda.
En 2002, de los 101.423 ecuatorianos que entraron como turistas, sólo regresaron a su país 874. Eso nos habla del abuso de esta circunstancia. Estadísticamente no sabemos el número de emigrantes que actualmente alberga España. Por otro lado, la mano de obra agrícola sólo la realizan los emigrantes llegados de Rumania, Polonia y Bulgaria, seguido de ecuatorianos y colombianos. Las mejores cuidadoras de ancianos sin duda, llegan de Hispanoamérica.
De los 31.225 empleos que ofertó el gobierno para emigrantes, trabajo temporal, lo ocuparon marroquíes, ecuatorianos, colombianos, rumanos, chinos, búlgaros, polacos y peruanos. Pero la cifra se multiplicó por miles, así vemos las ciudades llenas de familiares de los que ocuparon estos puestos de trabajo.
Aproximadamente en España ya hay más de siete millones de emigrantes. En el 2003 sobrepasaban los dos millones y medio documentados y actualmente sólo basta pasear por cualquier calle para ver el aumento de la población.
La riada de personas de unos lugares a otros es ya incontrolable. Creo que todos debemos reflexionar ante este fenómeno. A todos nos afecta. Pero mientras los políticos no frenen sus intereses monetarios, sólo nos queda mirarnos más de cerca y reconocernos como hermanos, no importa raza, color, país, debemos luchar por el derecho que todos tenemos a vivir dignamente y por una justicia más clara, menos manipulada. Por unos bienes mejor repartidos y por un mundo más repartido, humanizado y justo.