Ciudad de Panamá, 11 sep (EFE).– La alfabetización en salud, o la capacidad de los individuos de acceder y utilizar información para tomar decisiones sobre esta materia, es clave para favorecer el autocuidado responsable, una práctica que ha demostrado su importancia en estos tiempos de pandemia.
Así lo afirmaron expertos en un seminario virtual organizado por la Industria Latinoamericana de Autocuidado Responsable (ILAR), en el que se destacó el rol de los individuos como agentes de la gestión de su propia atención para prevenir y tratar enfermedades en el contexto de un entorno propicio, seguro y de apoyo.
Durante la pandemia de la covid-19, resaltó la ILAR, la Organización Mundial de la Salud (OMS) incluyó las acciones de autocuidado como prioridad debido a que las medidas de distanciamiento físico y restricciones dificultaron el acceso a los servicios de atención médica.
La representante de la Academia de Pacientes de Latinoamérica (LAPA, por sus siglas en inglés), Eva María Ruiz de Castilla, resaltó “la escasa investigación que existe en la región sobre la alfabetización en salud, especialmente en los adultos y su vínculo con los problemas de salud pública”.
“El autocuidado puede generar muchísimas oportunidades para la prevención. Sin embargo, persisten brechas socioeconómicas que impiden que muchas personas adopten y mantengan estilos de vida saludables. Además, la voluntad política influye en que los sistemas de salud estén basados en la cura de las enfermedades y no en su prevención”, dijo Ruiz de Castilla.
Explicó que el uso racional y con sentido común de los productos para el autocuidado está directamente vinculado con la educación en salud, para que las personas puedan tomar buenas decisiones, y con el apoyo de los profesionales el farmacéutico, a fin de ejecutar intervenciones de autocuidado y prevenir o tratar algunas enfermedades sin necesidad de acudir al hospital.
Unos de los pilares del autocuidado es el uso responsable de los productos para la salud, incluidos los medicamentos de venta libre, pues permite al usuario tratar condiciones o síntomas simples y no graves con productos probados, seguros y eficaces. No es lo mismo que la autoprescripción.
La asesora regional de la Unesco en educación para la salud y el bienestar en América Latina y el Caribe, Mary Guinn Delaney, dijo que los sectores de salud y de educación tienen lógicas, dinámicas, paradigmas y, a veces, hasta ideologías distintas, pero que el marco de alfabetización en salud ayuda a integrarlos.
A su juicio, es un desafío adecuar los modelos conceptuales de alfabetización en salud que existen en un marco del funcionamiento típico de un sistema educativo, donde las intervenciones sanitarias “han tenido un enfoque en la prevención de la enfermedad o servicios de prevención para mantener un control y un acceso a servicios básicos, considerando los riesgos”.
“Queremos ir más allá de la educación y la promoción de la salud enfocadas en la prevención de riesgos, como las enfermedades de transmisión sexual, la alimentación no saludable, el uso de drogas, tabaco o alcohol. Debemos identificar elementos para la construcción de habilidades o competencias que son necesarias, no solo para mantenerse sanos, sino para desempeñarse en forma plena en todas las áreas de la vida”, afirmó la asesora de la Unesco.
La doctora María del Carmen Calle, secretaria ejecutiva del Organismo Andino de la Salud, habló de la necesidad de fortalecer alianzas entre los sectores público, privado, oenegés, organismos supranacionales e internacionales y la sociedad civil “a fin de promover y facilitar el adecuado ejercicio del autocuidado en la región, con un enfoque de derechos humanos, género, interculturalidad y el enfoque de Una Salud”.
El director de la Facultad de Química de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Carlos Amador, destacó que la pandemia “ha sido una situación definida por la incertidumbre y nos ha presentado un laboratorio involuntario, no controlado ni planeado, para poner en práctica muchas actividades de autocuidado”.