Quito, 8 sep (EFE).- Quito conmemoró este martes 42 años de la declaración de su casco histórico como Patrimonio Cultural de la Humanidad, y lo ha hecho con la entrega de la obra integral de restauración de la Iglesia Santa Bárbara y la inauguración de la Plaza de las Flores.
En el acto, su alcalde Jorge Yunda, recalcó que se trata de “una de las iglesias más hermosas de Latinoamérica”, que ha sido testigo “de cientos de años de historia, de gestas libertarias alrededor de sus calles” por el pueblo quiteño.
El emblemático templo, levantado por primera vez en el siglo XVI y reconstruido con estilo neoclásico en el XIX, alberga la llamada “primera cruz”, que marca el inicio del recorrido norte-sur por “La Calle de las Siete Cruces”, donde franciscanos, jesuitas y dominicos se asentaron para contrarrestar el paganismo indígena con sus templos.
En la oportunidad, el alcalde también inauguró una réplica de la tradicional plaza cuencana de las Flores, espacio que “vinculará el desarrollo turístico de las dos únicas ciudades Patrimonio Cultural de la Humanidad en Ecuador”, informó la Alcaldía.
Un día como hoy, en 1978, la Unesco también reconoció a las islas Galápagos como Patrimonio Natural de la Humanidad.
UN ANIVERSARIO PARA LA REFLEXIÓN
El acto en la capital tiene lugar en medio de una pandemia que ha obligado al Municipio a renovarse y buscar nuevas ideas para reactivar el turismo, uno de cuyos atractivos es sin duda su casco antiguo.
Fundada en 1534 sobre las ruinas de una antigua ciudad inca y a 2.850 metros de altitud, la capital de Ecuador posee el centro histórico mejor conservado de toda América Latina, un valor sobresaliente que 42 años después también requiere de reflexiones de cara al futuro.
En ese sentido, el alcalde planteó un debate sobre la funcionalidad del centro histórico como sede de las principales instituciones de Gobierno nacional y municipal.
“Hemos sido objeto de algunas revueltas violentas que pudieran poner en peligro de nuevo esta joya”, planteó en referencia a los violentos disturbios populares de octubre, y a otros en el pasado histórico de la ciudad.
E instó a dejarlo como “ecosistema vivo de historia” y buscar “edificios funcionales e inteligentes en cualquier otra parte de la ciudad”.
Una reflexión con la que además se aportaría “esa seguridad para que el turismo pueda ser la primera actividad que se vaya reactivando estos días y en la post pandemia”.
DEVOLVER LA HABITABILIDAD
En ese mismo sentido, Joaquín Moscoso, director del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC), destacó los proyectos lanzados para la conservación de las más de 300 hectáreas que componen ese Patrimonio, sobre todo sus construcciones religiosas, y para mejorar la residencialidad de un área que entonces tenía 110.000 habitantes y ahora unos 40.000.
“El patrimonio cultural no sólo son objetos, son también los sujetos que la componen, la viven, la usan, la disfrutan”, dijo a Efe.
Para este experto, es fundamental por ello aplicar una visión integral del espacio: “No sólo son los edificios, sino también sus contextos urbanos, los declarados Patrimonio Cultural”, por lo que uno de sus retos es hacerlos más seguros y ejes de la interculturalidad.
Pero considera que, 42 años después, el casco histórico aún mantiene los criterios de autenticidad e integridad Cultural, que deben enriquecerse cada día para mantenerse como “el edén de maravillas, poblado de mil versos y canciones”, como reza una de sus más tradicionales canciones, que describe a la ciudad como un jardín de inspiraciones.
LA QUITO MONUMENTAL
El Centro Histórico de Quito alberga en sus 320 hectáreas 32 museos, 24 iglesias, seis capillas, siete conventos, seis monasterios, y trece plazas, que constituyen en su conjunto el atractivo turístico principal de la capital.
Entre sus joyas están la iglesia de la Compañía de Jesús, la de San Francisco, la basílica del Voto Nacional y el Panecillo, un montículo coronado por la famosa “Virgen de Quito”.
Una zona de angostas y empinadas calles que no sólo son un inmenso museo viviente, sino también el corazón del poder político del país, al ser sede del palacio presidencial de Carondelet.
Todo este conjunto arquitectónico nació y evolucionó del sincretismo de las culturas indígena y española, que dieron pie a expresiones que marcaron el arte latinoamericano y mundial con movimientos como la Escuela Quiteña.