Los Ángeles, 13 nov (EFE).- Fran Drescher temió “no sobrevivir” a las negociaciones con los estudios de Hollywood para conciliar un convenio que pusiera fin a la huelga de los actores que paralizó la industria del entretenimiento y generó pérdidas multimillonarias durante sus casi cuatro meses de duración.
“Liderar un grupo de este tamaño con tanto en juego me exigía el máximo. Me preocupaba mucho no sobrevivir a esto”, confesó en una entrevista con EFE Drescher, la presidenta del sindicato de actores de EE.UU. (SAG-AFTRA) que representa a 160.000 intérpretes, desde extras hasta las gigantescas estrellas de la pantalla grande.
Luego de alcanzar un principio de acuerdo, el SAG-AFTRA finalizó la huelga a partir del 9 de noviembre. Al día siguiente, Drescher anunció que el 86% de los miembros de la ejecutiva nacional del gremio aprobaron el convenio con la Alianza de Productores de Cine y Televisión (AMPTP), que representa a estudios como Netflix, Amazon, Disney y Warner Bros. Discovery.
La actriz de 66 años reveló que resintió tanto el estrés de estar al mando de las negociaciones que físicamente comenzó a ser imposible para ella atender a los encuentros en persona con su sindicato y con los estudios.
“Yo nunca había estado en un ambiente donde hubiera tanta ira masculina dirigida a mí. Fue realmente duro para mi cuerpo. La única manera que tenía de pasar de mi sala de negociación a la sala con AMPTP era pasar el mayor tiempo posible con mi perro”, reveló durante la entrevista en la que también se encontraba el diario El País.
Después de 118 días de vorágine, y de mantener “su mundo pequeño” evitando socializar demasiado para no perder su salud mental, Drescher dijo sentirse “cansada, aliviada y eufórica”.
La paralización de los actores asestó un golpe económico a la industria que alimenta parte importante de la economía de California.
De acuerdo con analistas, las pérdidas rondan los 6.000 millones de dólares, algo que Drescher no deja de lado: “Tenía que valer la pena (…) Al final, no había otra opción más que tener éxito”, dijo la protagonista de “The Nanny” (1993).
Los actores, que ya están autorizados de volver al trabajo, deberán ratificar el convenio valuado en unos 1.000 millones de dólares en prestaciones y beneficios para poner fin a este difícil capítulo de la historia de Hollywood.
Visibilidad
Drescher, que saltó a la fama mundial como la bien humorada niñera Fran Fine, ganó otro tipo de exposición en julio cuando el sindicato que lidera entró en huelga. En aquel entonces, el sindicato de los guionistas (WGA) estaba también de brazos caídos como medida de presión contra los estudios por mejoras contractuales.
Ésta fue la primera huelga conjunta en Hollywood en más de seis décadas.
Los guionistas y los actores luchaban por causas similares como regulaciones más estrictas del uso de la inteligencia artificial (IA), aumentos salariales y remuneraciones proporcionales por la transmisión continua de producciones en las plataformas de “streaming”.
El discurso en el que criticaba la avaricia de las empresas y de sus los ejecutivos y que enaltecía la labor de los trabajadores desató una ola viral de memes que comparaban a Drescher con Karl Marx y Friedrich Engels, y revivió escenas de sus personajes en otras producciones combatiendo huelgas.
La actriz de Flushing, Nueva York, se adjudicó el peso de todos los sindicatos que, como al que pertenece, conforman la Federación Estadounidense del Trabajo y Congreso de Organizaciones Industriales.
“Tener (esta) visibilidad conlleva la responsabilidad de hablar en nombre de todos los sindicatos, de todos los trabajadores, porque todos estamos en el mismo barco intentando ganarnos el respeto y el honor cuando las grandes empresas no hacen necesariamente lo correcto”, señaló.
Drescher no puede cobrar por su trabajo como presidenta de SAG-AFTRA, que le exigió interrumpir su carrera profesional.
Antes de su trabajo sindical, la actriz acumulaba experiencia como activista por causas como el abuso a las mujeres o la prevención del cáncer uterino, cuestiones que vivió en carne propia.
Pero la pelea por mejores condiciones de trabajo la sacudió de forma particular, dijo.
“A mí me cuesta creer que alguien quiera ganarse la vida jodiéndonos en apoyo de las grandes empresas que nos emplean”, opinó.
Tras la difícil negociación, que por momentos alcanzó ribetes existenciales para ambos bandos, Drescher dijo que espera que el convenio marque el inicio de una nueva etapa de la relación entre actores y estudios.
“Espero que cada decisión que se tome esté armonizada con el respeto, el honor y la empatía hacia los trabajadores”, expresó.