Redacción Deportes, 29 ene (EFE).- Las finales de la Conferencia Americana (AFC) y de la Conferencia Nacional (NFC) del pasado domingo definieron el rol que adoptarán sus respectivos campeones; los Kansas City Chiefs, como desvalidos, y los San Francisco 49ers, favoritos, de cara al Super Bowl LVIII.
A pesar de ser los campeones defensores, los Chiefs han navegado en estos playoffs con la etiqueta de víctimas ante los Buffalo Bills de Josh Allen, en la ronda divisional, y contra los Baltimore Ravens, de Lamar Jackson, el favorito a ser designado Jugador Más Valioso (MVP) de la temporada 2023 de la NFL, en la final de la AFC.
Una falsa piel aborregada para un equipo que llegó a su sexto duelo por el título de la Americana de manera consecutiva en el que venció 10-17 a Baltimore y ahora disputará su partido por el trofeo Vince Lombardi número cuatro en el reciente lustro.
Los Chiefs del entrenador Andy Reid aceptaron su rol de víctimas en su visita a Ravens, el equipo número uno de la AFC en la campaña regular, y lo sorprendieron con un plan perfecto para detener al quarterback más eficiente de la liga para ganar yardas por tierra.
Steve Spagnuolo, coordinador defensivo de Kansas City, empujó a su línea a generar alto índice de presión sobre Jackson. El resultado; cuatro capturas, sólo tres de 11 conversiones en tercera oportunidad, una intercepción y limitó el ataque terrestre a 81 yardas, 54 de Lamar, que en la campaña regular sumó 821.
Fue tan destacado este trabajo que a la ofensiva a Chiefs le bastó con que Mahomes tuviera números promedio; 241 yardas y un envío de touchdown, suficiente para que su marca en playoffs quedara en 14 triunfos y tres derrotas para .824 por ciento de efectividad.
Sin olvidar el brillante trabajo de Travis Kelce, ala cerrada que rompió el récord de más recepciones en playoffs, de 151, que pertenecía a Jerry Rice, leyenda de los San Francisco 49ers.
En la final de la NFC San Francisco, que en la ronda divisional remontó una desventaja de siete puntos para superar 24-21 a los Green Bay Packers, ampliaron su hazaña al regresar de una desventaja de 17 puntos para superar 34-31 a los Detroit Lions.
Fue la tercera remontada más grande en la historia de las finales de conferencia, apoyada en una baraja de estrellas ofensivas que no tiene otro equipo en la liga.
Desde Brock Purdy, quarterback de segundo año, quien contrario a lo que sus críticos le acusan de colapsar en momentos de presión, lideró el regreso con salidas a tiempo de la bolsa de protección, habilidad de carrera y pases precisos cuando más se necesitaba.
Además de la fuerza en los acarreos de Christian McCaffrey, candidato a MVP de la temporada; la versatilidad de Deebo Samuel, las manos seguras de Brandon Aiyuk, los eficientes bloqueos de Kyle Juszczyk y las recepciones oportunas de George Kittle.
De cara al Super Bowl LVIII del 11 de febrero en el Allegiant Stadium de Las Vegas, Nevada, los 49ers de Kyle Shanahan emergen como favoritos y los Chiefs como desvalidos, una trampa de la que algo saben los gambusinos que ya perdieron en el Super Bowl LIV ante los tomahawks de los dirigidos por Andy Reid y compañía.