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March 18, 2024

El recuerdo de los muertos alrededor del mundo

Dos niños vestidos de diablos celebran el “Día de la Mascarada Tradicional Costarricense”. EFE/Jeffrey Arguedas

Aunque la “Noche de Brujas” se haya popularizado gracias a la influencia estadounidense, sus raíces folclóricas y paganas vienen de otras tierras y son muchas las culturas que tienen celebraciones equivalentes con tradiciones propias.

+++ Si hay una fiesta capaz de rivalizar con Halloween en popularidad, ese es El Día de Los Muertos, que se celebra en México y en otros países de América Latina, especialmente en Centroamérica.

+++ El Día de La Mascarada o Día de las Mascaradas, en Costa Rica, aparecen personajes como La Llorona, el Diablo, la Segua, el Polizonte, la Muerte, la Gigant, o la Chingoleta, producto del folclore tradicional.

+++ ¿Un solo día de Halloween al año no es suficiente? En Nigeria la festividad equivalente dura… ¡hasta seis meses!, aunque ocurre cada dos años.

Niños celebrando Halloween en Reino Unido al grito de “Truco o trato” EFE/EPA/NEIL HALL

Muchos ya tienen preparado su disfraz y su cesta para jugar al “truco o trato”… O no. Porque todo depende del lugar en el que se encuentren: hay más maneras de celebrar la “Noche de Brujas” o “El Día de Todos los Santos” y sus equivalentes en otras culturas y tradiciones.

“El culto a la vida, si de verdad es profundo y total, es también culto a la muerte. Ambas son inseparables. Una civilización que niega a la muerte acaba por negar a la vida”.

Pocas frases como esta de Octavio Paz definen mejor la postura que los mexicanos mantienen ante la muerte y de la que presumen con tremendo orgullo cada año en el Día de Muertos.

Mientras en buena parte del planeta esta fecha está marcada por la tristeza y las lágrimas, en México se rodea de un halo de fiesta y color, de celebración a la vida y de reencuentro con los difuntos que se cree que regresan a nuestro mundo por un día.

Y lejos de perder fuerza con el paso de los años, esta particular manera de celebrar el Día de Muertos va pasando de generación en generación. Como en el caso de Gabriela Luna, una joven de Ciudad de México que asumió esta tradición tras la pérdida de su abuela materna.

“Ella ponía un altar gigante, así que cuando se va, yo asumo la tradición que ella me enseñó y le dedico la ofrenda cada año. Para mí es una forma de no perder una costumbre en la que siento que los que no están, me acompañan”, le dice a BBC Mundo.

“Sin duda genera una identidad para nosotros los mexicanos, porque muy en el núcleo de esta práctica se encuentra nuestro código principal: la familia”, asegura esta artista del modelado de lana.

La pandemia de covid-19 limita esta vez las tradicionales visitas a cementerios y panteones de México por parte de familiares que, cada año, comparten con quienes ya no están su comida y música favoritas.

También impedirá los clásicos desfiles donde la catrina, la icónica calavera sonriente popularizada por Diego Rivera, era su mayor símbolo.

Sin duda, el Día de Muertos en México está lleno de un misticismo que provoca curiosidad y fascinación a partes iguales en el resto del mundo… aunque también confunde a quienes les cuesta comprender esta posición de los mexicanos ante la muerte.

Día de celebración, no de tristeza

Fotografía que muestra las ofrendas que se entregan a los santos difuntos los dÌas 1 y 2 de noviembre en Oaxaca (MÈxico).. EFE/Str

Para entender el origen de esta relación hay que retroceder hasta la Mesoamérica de hace miles de años. Algunos de los pueblos originarios organizaban fiestas para guiar a los muertos en su recorrido al Mictlán, el inframundo de la mitología mexica.

Otros disponían altares con ofrendas para recordar a los muertos y se colocaban cráneos como símbolos de la muerte y el renacimiento.

Según una antigua leyenda, Quetzalcóatl -el dios en forma de serpiente emplumada- bajó al inframundo y depositó su semen sobre unos huesos molidos para dar vida al ser humano, por lo que para aquellos pueblos los restos de huesos simbolizaban de cierto modo la semilla de la vida.

Porque, sin lugar a dudas, si había un mensaje central en estas conmemoraciones hacia los muertos era la creencia de que sus almas acaban por regresar al mundo de los vivos.

Así que, ¿por qué asociar el Día de Muertos con la tristeza si, según la cosmovisión indígena, es precisamente el día en que quienes se fueron de nuestro lado nos vienen a visitar?

Para ellos, la muerte no era otra cosa que un símbolo de la vida que se representa en el altar ofrecido a los difuntos.

Un hombre sagrado indio Sibe Bhattacharjee (c), disfrazado de la diosa Kali, recibe donativos de los devotos durante el ritual “Tarpan” en recuerdo de sus ancestros en el ·mbito de las oraciones Mahalaya a orillas del Ganges en Calcuta (India). . EFE/Piyal Adhikary

Miles de años después, millones de hogares mexicanos siguen colocando con sumo cariño y detalle sus altares en los que se combinan multitud de símbolos, comida, papel picado y fotos de personas fallecidas.

Es precisamente este recuerdo de quienes ya no están lo que permite -junto a la ayuda de las velas y de la olorosa flor de cempasúchil- que las almas de los difuntos encuentren el camino de regreso a casa para convivir con la familia y disfrutar de los alimentos dispuestos en los altares en su honor.

“Es una gran fiesta quizá equiparable a la Navidad de Europa. Es fiesta porque está ese recuerdo de los muertos que regresan. Incluso hay leyendas sobre familias que no ponen ofrenda, y los muertos vienen a recordarles que lo hagan”, dice Andrés Medina, del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM.

La influencia española

Pero la llegada de los españoles a México influyó radicalmente en la celebración de su Día de Muertos.

Por ejemplo, fueron ellos los que hicieron coincidir la fiesta de los muertos de los indígenas -que duraban dos meses- con las celebraciones católicas del Día de Todos los Santos y los Fieles Difuntos (1 y 2 de noviembre).

En la actualidad, el Día de Muertos mexicano es el resultado de una mezcla de estas dos culturas, de tradiciones precolombinas y católicas.

Aunque a juzgar por lo diferente que son hoy en día las celebraciones en México y España, pareciera que la primera cultura pesó mucho más que la segunda.

Para el escritor y antropólogo Claudio Lomnitz, una de las razones es que el “proceso de modernización” de los rituales sobre la muerte que sucede en Europa y parte de América desde el siglo XVIII no tuvo el mismo efecto en México, que ya se acercaba al final de su etapa colonial.

“España ya entraba en guerra en Europa y la Corona tenía problemas financieros como para preocuparse de esto”, le dice a BBC Mundo el autor de “Ideas de la muerte en México”.

“Además, en México la presencia de la Iglesia -sobre todo en el siglo XIX, pero también antes- era menos fuerte que en España, por lo que el culto popular pudo florecer mucho más al estar menos dominado por el clero”, agrega.

Esta postura ante la celebración continuó aún después de la independencia de México.

“Incluso los liberales como Benito Juárez, que eran muy anticlericales y contrarios a estos rituales que consideraban supersticiosos, acabaron por aceptar esta celebración diciendo que era una fiesta popular nacional y evitando su asociación tan cercana con la Iglesia”, dice el experto.

Lo inédito de la celebración mexicana

Algunas de estas tradiciones no son, sin embargo, exclusivos de México: algunas también se pueden encontrar cada Día de Muertos en lugares de Bolivia, Perú, Colombia o parte de Centroamérica, entre otros.

Lo que sí hace único el caso de México es cómo “nacionalizó” con orgullo estas costumbres como símbolo del país.”En otros países son costumbres folclóricas o pueden verse como algo pasado de moda. Durante años, se inhibió la celebración de muertos por considerarla no moderna o contraria a los valores liberales”, dice Lomnitz.

“En cambio, en México la fiesta creció enormemente. Solo aquí hubo una elaboración cultural de esto como algo que reflejara el espíritu colectivo nacional, es único en esto”.

Y ese nacionalismo fue más exaltado a partir de un episodio clave en la historia del país: la Revolución Mexicana.

“Aparte de la tradición de los pueblos, llegó la promoción de un gobierno con afán de reproducir un discurso nacionalista muy fuerte”, opina Medina, quien celebra que se siga conmemorando este día aunque lamenta que parte de la población no conozca realmente su significado.

“En el Día de los Niños Muertos (1 de noviembre) hay lugares donde grupos de niños van de casa en casa pidiendo su calaverita como ofrenda, un dulce. Ellos representan a esos niños muertos que regresan para esos días, aunque quizá ni lo sepan y para la gente haya perdido esa idea”, le dice a BBC Mundo.

¿Qué refleja esto de los mexicanos?

Para Lomnitz, esta visión ante la muerte refleja la estrecha relación de los mexicanos con sus difuntos. “No con la muerte en general, sino con sus fallecidos”, subraya.

Y por otro lado, cree que pone de manifiesto una sensibilidad y sentido del humor macabro muy especial que el país muestra, por ejemplo, a la hora de utilizar la muerte para hacer críticas político sociales a través de los textos conocidos como “calaveritas literarias”.

Desde Ciudad de México, Gabriela Luna coincide en lo satisfactorio que es pensar que hay un puente gracias al cual, los familiares fallecidos regresan este día “honrándonos y acompañándonos”.

“Ya solo en virtud de eso, me parece que nosotros deberíamos seguir preservando esos colores, que además nos hacen a los mexicanos tan característicos y tan únicos en el mundo”, afirma orgullosa.

Tras la celebración de este atípico Día de Muertos, tendrá que pasar otro año hasta que los recuerdos en la memoria de los vivos en México vuelvan a lograr el regreso, al menos por unas horas, de las almas de sus difuntos.