A mi manera
Juan Carlos Valderrama
No actúan solos cuentan en múltiples oportunidades con la complicidad, negligencia, complacencia, anuencia y la injusticia social la que en su momento los encubre y sugiere disimularlo por mantener el prestigio, puesto, posición, o lo que fuera.
La agresión o violencia sexual se caracteriza por no poder decirla, por vergüenza, miedo, temor o falta de credibilidad; “no se habla por que están instaladas en la persona el sentimiento de culpa, el estigma, el de ser señalada, el qué dirán, ante ello sólo queda el silencio”.
La primera denuncia es la que desembrolla el hilo de la madeja y una vez realizada esta aparecerán una y otra más de forma incontenible.
La opinión pública generalmente se mostrará incrédula frente a las víctimas a las que generalmente cuestionará o juzgará con respecto a por qué no habló o denunció con anterioridad los hechos.
Argumentarán que “eran adictos al sexo” y por ello no podían controlarlo, puesto que, al ser un trastorno reconocido, ellos a través de sus abogados defensores pretenderían reducir sus penas o sentencias o limpiar su imagen.
Debemos establecer un registro público de estos ofensores sexuales y castigarlos con sanciones severas.
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